Fecha Publicación: 28-01-2021
Las tensiones entre China y Estados Unidos continuarán durante el mandato del presidente Joseph R. Biden. Es un hecho que el nuevo gobierno no tiene incentivos para cambiar drásticamente su posición y estrategia frente al gigante asiático, que representa un desafío como potencia regional con aspiraciones a ser una potencia mundial. Esto es consecuencia de un reacomodo político al interior de Estados Unidos y por la polarización política-electoral de su población, atribuible a las recientes elecciones presidenciales y al auge del nacionalpopulismo que representó eficazmente la era de Donald Trump.
También hay otras causas que agudizan las presiones internas con consecuencias en la política exterior estadounidense, como el fin de un prolongado paradigma político que dominó la vida pública, al menos desde mediados del siglo XX hasta ahora, y que actualmente, por primera vez en su historia, coinciden el fin de dos grandes ciclos: por un lado, el paradigma o ciclo político, y, por el otro, el ciclo económico, tal y como lo ha explicado en numerosas publicaciones el analista geopolítico George Friedman.
Lo anterior, significa que la política interior de la hasta ahora única potencia mundial ha obligado a la clase política y a los tomadores de decisiones a mover sus propuestas electorales hacia posiciones más duras, más claras y, sobre todo, en un contexto de competencia y tensiones geopolíticas, a posiciones menos cooperativas en política exterior, especialmente con China, Irán, Rusia y otros países. Esto dificultará el arranque del gobierno de Biden, a menos de que reconstruya lazos de cooperación con sus aliados tradicionales, deteriorados durante el mandato de Trump, y que además mejore las relaciones con países clave como México, su socio estratégico regional, que ahora tendrá una activa participación en el multilateralismo internacional.
México es una potencia media, con una vocación diplomática extraordinaria, orientada a la mediación y la cooperación. Cuenta con una posición geopolítica envidiable y, en 2021, tiene más herramientas en sus campos diplomático y político para desplegar acciones que tiendan a posicionar sus intereses y objetivos nacionales en los organismos internacionales en los que forma parte y que son pertinentes a las grandes preocupaciones del bloque regional de Norteamérica, por su integración comercial y cadenas de valor regional de sectores productivos industriales y tecnológicos, además del natural liderazgo regional que ejerce en América Latina y el Caribe, especialmente en Centroamérica, en donde comparte preocupaciones y temas de seguridad, migración y prosperidad regional en su frontera sur.
Desde finales de 2020, México ocupa un lugar en organismos multilaterales de carácter estratégico para la paz, la seguridad y la justicia internacional. Por ejemplo, fungirá como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas durante el periodo 2021-2022. Además, podrá servir como enlace con la Corte Penal Internacional, donde acaba de ser nombrada jueza la mexicana Socorro Flores. Con estas posiciones, podrá desempeñar un papel mediador e influyente en las instituciones del orden internacional.
México debe poner especial atención en articular efectiva y estratégicamente sus capacidades de política exterior con los objetivos de seguridad interior.
Esta posición en el ámbito exterior pone al país ante grandes oportunidades y frente a retos de los cuales puede obtener beneficios, mientras que los riesgos y amenazas se originan más en el ámbito interno, como el crimen organizado, que continua imponiendo riesgos a la gobernabilidad y la seguridad interior. De igual forma, los riesgos económicos y sociales derivados de la precaria situación económica de la población, que con la pandemia de covid-19, incrementó y aceleró la debacle de la economía con pérdidas masivas de empleos y fuentes de trabajo para millones de mexicanos.
Por ello, México debe poner especial atención en articular efectiva y estratégicamente sus capacidades de política exterior con los objetivos de seguridad interior, para que su presencia y participación en organismos como el Consejo de Seguridad logren influir determinadamente en frenar el tráfico de armas pequeñas y ligeras, mediante controles más estrictos. Estas acciones pondrían un acento en la agenda bilateral entre Estados Unidos y México en materia de seguridad con el nuevo gobierno de Biden, para facilitar el logro de un objetivo muy importante, el de detener el flujo de armas a grupos del crimen organizado presentes en territorio mexicano.
Por estas razones, es relevante hacer notar la estrecha coordinación que hay entre la Misión Permanente de México en Nueva York y las Secretarías de Estado de Marina y Defensa Nacional, ya que esta quinta ocasión en la que México ocupa un asiento en el Consejo de Seguridad, coincide ahora con la participación de elementos militares de México en Operaciones para el Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas, un indicio de la cada vez más relevante coordinación de las fuerzas armadas con asuntos de política exterior y su profesionalización en asuntos internacionales. Estas son exigencias naturales para un país que, a pesar de las dificultades coyunturales internas, está desarrollándose naturalmente para consolidar su posición como potencia media, lo que podrá abrir escenarios de diversificación de relaciones internacionales, comerciales estratégicas y de seguridad con otros países y regiones, especialmente con Asia, que es clave en la construcción del nuevo orden internacional necesario ahora.
Análisis retrospectivo
En un artículo que publiqué exactamente hace 4 años, titulado “Trump: La oportunidad para México”, explicaba cuáles eran las razones por las que Trump representaba uno de nuestros mayores desafíos como país, aunque también una portunidad: “Estados Unidos permanecerá al norte de nuestra frontera, Trump se tendrá que ir como su Presidente en algún momento, definamos cómo queremos ser y que papel queremos tener con nuestro vecino país cuando su nuevo Presidente se haya marchado”. Y, finalmente, se fue.