Fecha Publicación: 06-10-2021
La Asamblea General de las Naciones Unidas es, sin duda alguna, el órgano más representativo y democrático que la comunidad internacional tiene a su alcance. En ella coinciden los 193 Estados Miembro de la organización para discutir, negociar y celebrar acuerdos en torno a prácticamente cualquier tema del interés global.
Dependiendo de la función que desempeñe en un contexto particular, la Asamblea General puede ser vista como un espacio que, a través de sus resoluciones, refleja el sentir generalizado de la comunidad internacional o como una plataforma de amplificación internacional de mensajes políticos.
La mayor parte del año, la Asamblea General se desempeña como un espacio de toma de decisiones. La diversidad de resoluciones que son aprobadas por este órgano anualmente es un reflejo de la riqueza temática que recae en él; los Estados votan a favor, en contra, o en abstención de documentos sobre cambio climático, desarme, salud, derechos humanos, conflictos geopolíticos, presupuesto y la lista podría prolongarse de manera significativa.
Sin embargo, hay una semana en particular en la que este órgano se transforma en la mayor plataforma comunicativa para que las y los líderes políticos amplifiquen su mensaje respecto del estado actual de las relaciones internacionales: la Semana de Alto Nivel de la Asamblea General y, particularmente, su debate general.
Este espacio da inicio el tercer martes de septiembre y a él acuden las y los mandatarios de los Estados Miembro de la ONU, donde tienen la oportunidad de compartir con el resto de los países su diagnóstico sobre los temas que, a su consideración, son los más apremiantes dentro de la agenda internacional.
La Semana de Alto Nivel de 2020 estuvo definida en gran medida por la pandemia del COVID-19. Los efectos que este fenómeno tuvo sobre la Asamblea General pueden dividirse en dos: en primer lugar, aquellos sobre la forma en la que la Semana de Alto Nivel se celebró y, en segundo lugar, los temas que la pandemia impuso como prioritarios.
Como prácticamente todos los espacios de convivencia física, la Asamblea General 2020 tuvo que recurrir a un formato virtual a fin de evitar los contagios durante los primeros meses de la pandemia. En este contexto, la gran mayoría de las participaciones de las y los Jefes de Estado y de Gobierno giraron en torno a las consecuencias que la crisis sanitaria estaba teniendo sobre las economías de los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo, los efectos en los sistemas de salud, la necesidad de cooperación internacional para la donación o venta de equipos médicos, entre otros. En otras palabras, la Asamblea General del 2020 estuvo definida por la distancia y por la reacción ante un virus que continuaba siendo significativamente desconocido para el mundo.
A diferencia de su edición pasada, cuando hablamos de su formato, la Asamblea General de 2021 experimentó un regreso gradual a la normalidad; un número importante de mandatarias y mandatarios lograron concurrir de manera física en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Sin embargo, lo destacable de este año fue el énfasis que las delegaciones pusieron en temas relativos a la vacuna contra la COVID-19, su producción, donación, distribución, etc.
A manera de ejemplo, si observamos las intervenciones que pronunciaron el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, así como nuestro Canciller, Marcelo Ebrard, podemos obtener un diagnóstico general de los temas prioritarios para ambos países frente al COVID, lo cual nos permite identificar áreas de coincidencia
En su intervención, el Canciller Ebrard hizo énfasis en la importancia de la solidaridad internacional, misma que está reflejada en el acceso equitativa a herramientas contra la pandemia, incluyendo vacunas, equipo médico, etc. Asimismo, la delegación mexicana refrendó su intención de trabajar hacia la reforma del sistema sanitario mundial que atienda las áreas de oportunidad expuestas por la pandemia actual.
Paralelamente, la visión del mandatario estadounidense no está alejada de la mexicana: la voluntad política y científica son condiciones fundamentales para la acción global en contra de la pandemia. En este marco, además de enlistar el número de dosis de vacunas que han sido donadas a diferentes países, Biden abogó por la creación de un nuevo mecanismo para financiar la seguridad sanitaria global a fin de contar con las herramientas necesarias ante una futura pandemia de magnitudes iguales o mayores.
La edición 2021 de la Semana de Alto Nivel de la Asamblea General de la ONU distó de su antecesora en el formato, y demostró la evolución temática que la propia pandemia produjo: la reacción se transformó en llamados a la cooperación y en un entendimiento compartido de que el sistema sanitario mundial mostró fallas en la respuesta ante el COVID-19.
Hay áreas de oportunidad. Como espacio de amplificación, el debate general de la Asamblea General es un buen lugar para identificar sinergias, intenciones y echar a andar la maquinaria de la cooperación internacional que traduzca palabras en acciones significativas. Echemos un vistazo a los discursos del resto de los países y tendremos la radiografía del sistema internacional durante y después del COVID-19.
@mglmrz