Fecha Publicación: 29-09-2021
No tengo dudas de que Merkel pasará a la historia como una de las más grandes estadistas. Consideración que hasta la fecha quizás sólo Margaret Thatcher había logrado en un panteón compuesto por nombres masculinos como Adolfo Suárez, Konrad Adenauer, Charles de Gaulle, Winston Churchill por mencionar algunos. Hoy la bruma generada por el peor resultado histórico de su partido la Unión compuesto por los Cristiano Demócratas y los Social Cristianos de Baviera pone bruma sobre un legado que será recordado por años.
Quizás los lectores de este texto en la última semana ya han visto un recuento largo de la carrera política de la canciller, cómo esta es la primera ciudadana del Este que gobernó la Alemania unificada, la primera mujer, su paso por la cartera de mujeres y de energía nuclear en los gobiernos de su mentor Helmut Kohl. Reiterar también el ejercicio de su gobierno y cómo se ganó por parte de los politólogos Raul Gil Benito, Franco del Donne; y el periodista Andreu Jerez, el mote “La canciller de las crisis”, quizás sería añadir un artículo más a los cientos que hacen ya ese recorrido de su gobierno.
Es por ello que retomaré algo que leí recientemente sobre la reelección, en minoría de Justin Trudeau en las recientes elecciones adelantadas en Canadá. En un texto en el sitio de la televisión pública canadiense, la CBC, su biógrafo Aaron Wherry, comparaba a Justin con su padre, Pierre, quien hoy por hoy muchos ven como la figura más grande de la historia política de la nación de la hoja de maple y decía: Muchos creen que Justin ha estado lejos de emular la grandeza de su padre, pero olvidan que este también en su momento estuvo enfrentado a la prensa, azorado por las crisis, perdió el gobierno y regresó. Para Wherry el gran éxito de Justin es que ha logrado virar el marco discursivo de la política en Canadá unos cuantos pasos a la izquierda después de que Steven Harper, premier conservador, logrará llevarlo a la derecha a principios de este siglo.
En ese orden de ideas, Merkel transformó la política alemana. Su llegada a la cancillería en 2005, se dio después de que su partido la CDU superara una crisis por financiamiento ilegal el schwarzgeldaffäre tanto su partido como la política alemana necesitaban una renovación. La canciller lega todo un estilo de hacer política a su nación y a Europa. En una era en que los nacionalismos, el populismo y otras formas de extremismo político, Merkel logró que su apellido se transformara en la palabra del año en 2015. Como verbo merkeln es definido por el diccionario Langenscheidt como: no tomar deciones, no dar opiniones. En algo que por muchos de sus críticos es tomado como gatopardismo, Merkel se distinguió por saber encontrar y construir los consensos necesarios para el avance de Alemania.
La elección fue marcada por esto, los candidatos y la candidata parecían enmarcados en una lucha por ser los herederos de este legado. La candidata verde, mi favorita personal, postulaba ser heredera que tomara este liderazgo más allá y con una agenda transformadora hacer de Alemania el puntal en la transición energética y la política internacional. El candidato de su partido Armin Laschet, por supuesto que se vendía como el heredero natural, incluso en el programa por internet de su partido #HomeSweetGermany aparecía un afiche con donde en letras oscuras aparecen los nombres Konrad, Ludwig, Helmut y Angela y con bordes, pero sin relleno el de su actual candidato a la cancillería, Armin (Laschet). Mientras que el candidato socialista, Olaf Scholz, fue el que logró apearse de este legado, llegando al punto de imitar la pose con las manos en forma de diamante y usar el mismo slogan que Angela en 2013: “Canciller para Alemania.”
Cuando la crisis de la CDU en campaña lucía peor, Merkel se vio en la necesidad de saltar a la campaña y en las últimas dos semanas el espaldarazo de la canciller, más, finalmente, la unidad con el líder de la CSU, Markus Söder, lograron que hoy Armin Laschet pueda plantearse ser canciller. Si liberales y verdes así lo deciden pueden formar el primer tripartito de la historia, la coalición conocida como Jamaica, por los colores de los tres partidos que la conformarían permitirían que a pesar de sus traspiés, Laschet sea el John Maior de esta Thatcher que fue Merkel. Ya veremos si Armin heredó las dotes negociadoras de Merkel o los socialistas regresan al poder después de 16 años.
Valdría la pena profundizar justo en esta herencia moderada de la canciller. La extrema derecha si bien se mantiene en el parlamento, se frena en su avance y pierde asientos y votos. Es preocupante su presencia en la región de Turingia y el Sarre, pareciera que se ha normalizado, pero Merkel da la señal de que el centro político vence a los extremos. Olaf Scholz, cuyo partido ganó la elección por un poco más de 1.5% de los votos también tiene esto claro y ya sean Socialistas o la Unión al frente del gobierno, el legado de una política madura y de diálogo que Merkel deja será difícil de borrar y un excelente ejemplo para las democracias del mundo.