Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2025-09-19 17:41

SOCIEDAD CIVIL Y COOPERACIÓN: HORIZONTES POSIBLES PARA MÉXICO

Fecha Publicación: 19-09-2025

En México, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) han desempeñado un papel crucial en la defensa de derechos y en la construcción de proyectos locales que responden a necesidades específicas. Sin embargo, su potencial transformador se encuentra en tensión: por un lado, existe la capacidad de generar cambios duraderos; por otro, persiste una inactividad preocupante y una tendencia a quedar atrapadas en el asistencialismo.

Nuestra especie no ha sobrevivido por su fuerza individual, sino por la capacidad de colaborar y de construir en colectivo. Esa lógica de cooperación, que ha sido el motor de nuestra historia, debería inspirar a las OSC para retomar un papel más activo y autónomo frente a los dilemas contemporáneos. La comunidad, cuando se organiza, fomenta pertenencia, inclusión y cooperación; mientras que la lógica de una sociedad basada en el mérito individual tiende a fragmentar, producir desigualdades y erosionar el bien común.


Hoy, la centralización de decisiones en México ha debilitado la capacidad de acción de muchas OSC. Los datos son reveladores: de las 45,030 registradas oficialmente, más del 70% se encuentran inactivas. Esto significa que miles de comunidades han perdido uno de sus principales canales de articulación ciudadana, justo en un país marcado por la desigualdad. Ante ello, el riesgo no solo es la desaparición de las organizaciones, sino la pérdida de espacios de incidencia local, donde la ciudadanía ejerce su derecho a organizarse y transformar su entorno.

El reto no es menor. La burocracia, las exigencias fiscales y la falta de reconocimiento del conocimiento situado han dificultado la operación de muchas OSC, en especial de aquellas más pequeñas y cercanas a la vida comunitaria. No obstante, estas dificultades también abren la posibilidad de repensar la cooperación y la educación como motores de cambio. Como señala Rebecca Solnit, la imaginación posee un verdadero poder político, en tanto que permite a las personas comunes participar en la transformación de la realidad.


México necesita una sociedad civil que sea sujeto de su propio desarrollo, no simple objeto pasivo de programas asistenciales. Esto implica construir nuevas formas de educación que salgan del aula y se inserten en las comunidades; fortalecer redes locales que compartan saberes y recursos; y recuperar la esperanza como una práctica activa, capaz de inspirar la creación de horizontes colectivos.

El desafío es grande, pero no imposible. Las OSC no tienen que limitarse a cubrir vacíos del Estado: pueden convertirse en motores de una cultura de paz y cooperación, con capacidad de enfrentar desigualdades y abrir caminos de justicia social. Frente a un contexto de incertidumbre, el futuro de las comunidades dependerá de si somos capaces de volver a confiar, de organizarnos con autenticidad y de mantener viva la esperanza como fuerza transformadora.

Participación en El Economista