Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2025-04-24 00:14

UCRANIA: MENTIRAS E ILUSIÓN

Fecha Publicación: 21-04-2025

Desde febrero de 2022 la guerra en Ucrania se basó en falsas premisas (y promesas) y francas mentiras. El gobierno ruso justificó su invasión al aducir que actuaba en apoyo a sus “hermanos del Donbás”, es decir, las poblaciones rusas y rusoparlantes locales, innegablemente acosadas, deshumanizadas y bombardeadas desde 2014 por el gobierno ucraniano. Si bien Rusia tiene preocupaciones genuinas y legítimas por las poblaciones rusas y rusoparlantes allende sus fronteras —en México lo entendemos bien con la diáspora en Estados Unidos, punto nodal de nuestras proyecciones externas—, las consideraciones morales no suelen guiar la acción rusa en el exterior. Tampoco explican la invasión de 2022. Hay elementos evidentes, de mayor peso, en las esferas geopolítica, tecnológica-militar y económica, y un porqué muy específico para haber elegido febrero de 2022 como fecha. Esto lo intenté explicar hace tres años en una columna de Milenio (“Los motivos (incompletos) de Rusia en Ucrania”, 15 de marzo de 2022).

Me interesan más las mentiras ucranianas, porque la opinión pública occidental se dedicó a creerlas, defenderlas y propagarlas. La primera fue confundir el heroísmo ucraniano con una victoria moral, incluso militar. Se dijo durante dos años que Ucrania “iba ganando”, sin sustento. En ese pensamiento ilusorio (wishful thinking en voz inglesa) se condensó la esperanza liberal occidental. Lo grave fue tomar decisiones con base en ese anhelo. Por ejemplo, dinamitar desde Washington y Londres la muy avanzada negociación ruso-ucraniana de Estambul; azuzar a Ucrania hablándole al oído: “Ganarás, no negocies, te ayudamos”. Hoy Ucrania observa con nostalgia aquella negociación, por no hablar de los Acuerdos de Minsk.

La mentira favorita del presidente Zelenski es la idea medieval del antemurale: el Estado-bastión en la primera línea de frente, que debe ser ayudado con armas y dinero para defender a una comunidad. De lo contrario, la comunidad entera caerá (frente a “los mongoles”, “los otomanos” u, hoy en día, “los rusos”). Zelenski lo ha dicho abiertamente: si cae Ucrania caerá Europa. Para los estudiosos serios, incluso para los gobernantes europeos, resulta difícil creerle. No hay ningún argumento medianamente persuasivo para tal determinismo. El gobierno ruso podrá ser cuestionable, impredecible, pero atacar a la OTAN definitivamente no está en su agenda. Rusia atacó a Ucrania precisamente porque no está en la OTAN, y para que no lo esté: al alterar su integridad territorial, Rusia garantiza que Ucrania no pueda siquiera ser candidata a la alianza atlántica, pues no controla el 100% de su territorio.


Lo que lleva a la tercera mentira: el futuro de Ucrania en la OTAN. En realidad, la OTAN no desea incorporar a Ucrania. Si bien desde 2007 la emoción y la imprudencia idealistas generaron el flirteo de la alianza hacia ella, irresponsabilidad que derivó en un mareo dentro de Ucrania y una particular obsesión de Kiev por un ingreso —que la mayoría de la población, por muchos años, rechazaba—, la OTAN ha tenido que calmar recurrentemente las ansias de distintos gobiernos ucranianos. Desde antes de la guerra la OTAN ha recurrido al eufemismo de que Ucrania “no está lista”, a ratos diciendo abiertamente que no interesa su ingreso. Eso no impide los “espaldarazos”, como el de Mark Rutte esta semana en Odesa. Algo de cordura pervive en la OTAN al admitir que el ingreso de Ucrania es una línea roja desde una visión realista.

Realismo. Eso es lo que tanto falta hoy en las relaciones internacionales.


Dr. Rainer Matos Franco*

Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión del Conflicto Rusia-Ucrania de COMEXI. Profesor en la Universidad Anáhuac México.

*Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor.

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