Fecha Publicación: 14-02-2025
El uso de las energías renovables a lo largo y ancho de todo el país sería de gran beneficio para el medio ambiente y para los usuarios. ¿O no lo es tan claramente?
Esta frase inicial pretende traer a la discusión sobre el tema el entorno real que acompaña la implementación de un programa masivo de uso de fuentes renovables de energía en México durante la administración de la Presidenta Claudia Sheinbaum. Sumando los compromisos del Plan México recién presentado, más las declaraciones de campaña proponiendo que para 2030 la participación de las energías renovables alcanzaría el 45% del total del país. Mi conclusión es que el plan es visionario, por una parte, pero muy complejo en su implementación por otra parte.
La CFE tiene amplia y sobrada experiencia en energía térmica, pero su conocimiento alrededor de las renovables se ha centrado en las hidroeléctricas y la geotermia. La disponibilidad de más plantas de generación proveniente de estas dos fuentes es limitada en el país y el impacto social que pueden tener es cada vez más complejo. Por más hidroeléctricas y geotérmicas que hiciéramos no dan para cumplir con el objetivo establecido.
Asegurar el financiamiento para construir y poner en marcha las plantas de generación eléctrica renovable requerirá de grandes esfuerzos, y quizá la solución radique en esquemas de financiamiento del pasado como la Obra Pública Financias o el Productor Independiente de Energía, en nuevas versiones adaptadas a la 4T. Estas ya fueron exitosas en el pasado para atraer inversionistas privados, y dentro de un esquema donde se cumpliría la voluntad expresada por el Poder Ejecutivo Federal de otorgar mayor control al Estado mexicano de definir dónde y cómo se utiliza la inversión privada en el sector eléctrico.
Pero un programa tan amplio, como el anunciado por el Gobierno Federal, deriva en inversiones monumentales, e incrementales, en el área de transmisión para proteger al resto del sistema de las intermitencias inherentes a las renovables y mantener la calidad del servicio. Un cálculo muy básico es que el costo de la generación renovable requiere de una inversión adicional en el sistema eléctrico de 25% en orden de magnitud. Es decir, al precio de la electricidad proveniente de cualquier planta de generación de fuentes intermitentes al menos habría que incrementarlo en un 25% para la protección del resto del sistema eléctrico. Si fueran dos plantas de generación quizá el sobre-precio, de ambas sea de 27%, y si fueran tres plantas quizá el sobre-precio se eleve a 30%. Estos números no son precisos de ninguna forma, pero sirven para ejemplificar que la adición de fuentes intermitentes amplifica las necesidades de inversión en las redes eléctricas.
No hay duda, hay que estar a favor de utilizar las fuentes primarias de energía del país para generar electricidad. Eso empata perfectamente con el sentido común y con la noción de la soberanía como uno de los factores de política energética que impulsa la actual administración; pero el volumen de plantas que habría que construir requerirá de una participación activa y predominante de la CFE y el CENACE en la definición de las regiones y tecnologías convenientes para cumplir con la meta establecida por la Dra. Sheinbaum como Presidenta de la República y la Mtra. Luz Elena Gonzalez como Secretaria de Energía dentro de un ámbito de confiabilidad del sistema eléctrico.
*El autor es director general de Burns & McDonnell Mexico, asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales y miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión de Energía y Sustentabilidad del COMEXI.
eandrade@burnsmcd.com
*Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor.
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