Fecha Publicación: 07-02-2025
Mientras México emprende nuevas interpretaciones energéticas bajo el liderazgo de la Dra. Claudia Sheinbaum y la Secretaria de Energía Luz Elena González, resulta urgente un marco que vaya más allá de la mera transición técnica. La justicia energética se presenta como un paradigma esencial que no solo busca la sostenibilidad, sino que coloca a las personas en el centro del desarrollo, garantizando equidad en la distribución de beneficios y costos para los mexicanos.
Más Allá de la Transición Energética
La transición energética se entiende como el cambio de sistemas basados en combustibles fósiles hacia alternativas renovables, centrándose en descarbonización, innovación tecnológica, reformas y cambios en infraestructura. Sin embargo, este proceso se enfoca en el “cómo” producir y consumir energía, dejando de lado el “quién” se beneficia o sufre de estos cambios. La justicia energética, por el contrario, insiste en la equidad en cada etapa del proceso, integrando dimensiones éticas y sociales para que ninguna comunidad quede relegada o reciba beneficios desproporcionados.
Tres conceptos para interpretar el nuevo sistema energético nacional:
1. Justicia Distributiva
Se trata de asignar de forma equitativa los recursos energéticos. Es fundamental que todas las regiones, ya sean urbanas, agrícolas o industriales, cuenten con acceso asequible a la electricidad mediante niveles mínimos garantizados y subsidios diferenciados, superando las notorias disparidades en México.
2. Justicia Procesal
Un proceso de toma de decisiones transparente e inclusivo es vital. Aunque la transición se impulsa desde reformas técnicas, es indispensable involucrar a comunidades locales, indígenas y otros actores en la elaboración de políticas, aprovechando el fuerte mandato popular del gobierno.
3. Democracia Energética
Va más allá de la participación pública: el Estado debe empoderar a las comunidades para aprovechar sus recursos y talentos. La infraestructura se concibe como herramienta para distribuir de forma equitativa los recursos y cimentar una prosperidad compartida.
Hacia un Futuro Energético Justo
La justicia energética requiere coordinación entre la Secretaría de Energía, la CFE y Pemex. Esta unión es crucial para orientar el aprovechamiento de manera estratégica. Así, el Estado puede diseñar una mezcla energética adaptada a las particularidades de cada zona, promoviendo un desarrollo equilibrado. Además, en el contexto de negociaciones internacionales, como la del TMEC, la distribución equitativa de energía se vuelve clave para fomentar el desarrollo regional y detonar el crecimiento.
La meta: Prosperidad Compartida
La idea de prosperidad compartida está íntimamente ligada a la justicia energética. Sin una distribución justa y una gobernanza participativa en nuestros sistemas, la promesa de bienestar colectivo es inalcanzable. La justicia energética nos llama a atender no solo los aspectos técnicos del suministro, sino también a asumir la responsabilidad ética de asignar los recursos de modo que todos los mexicanos disfruten de una mejor calidad de vida.
En la nueva etapa de transición energética en México, priorizar la justicia energética es tanto un imperativo ético como una necesidad estratégica.
*El autor es Lic. en Economía por el ITAM, con Maestría en Planeación y Desarrollo Urbano y estudios doctorales en Economía Urbana y Marcas País en la Bartlett School of Architecture (UCL). Miembro de la UER de Energía y Sustentabilidad del COMEXI.
Participación en El Economista