Fecha Publicación: 29-01-2025
La transición política en Siria se ve acechada por las agendas de actores diversos, y la rivalidad entre ellos. El tema kurdo ilustra bien esta dinámica: en días pasados, las nuevas autoridades sirias, que tomaron el poder en Damasco el 8 de diciembre, anunciaron que “utilizarán la fuerza” contra los grupos armados kurdos si no se desmantelan como se exige a todos los grupos armados del país.
Los kurdos en Siria son la minoría étnica más grande del país (casi dos millones de personas según datos de 2020). Se aprovecharon en gran medida del caos político desde 2012 para ampliar su influencia, su territorio y sus estructuras políticas, estableciendo control sobre amplias zonas clave en el noroeste del país como Kobané, Afrin y el Jeziré; esas regiones autónomas fueron formando gradualmente “Rojava”, nombre que designa al Kurdistán Occidental. Los principales recursos petroleros de Siria se concentran ahí. Esto, más el hecho de que las milicias kurdas favorecen el reclutamiento kurdo y marginan a los residentes, aumenta el resentimiento anti-kurdo entre los árabes.
En teoría, Türkiye y Siria comparten el objetivo de detener la autonomía kurda. Más aún, Türkiye es ahora la principal potencia extranjera en territorio sirio, que ocupa desde 2016 con las fuerzas pro-turcas del Ejército Nacional Sirio (originalmente el Ejército Siria Libre, la primera y más grande de las milicias que se formaron al comienzo de la guerra civil siria en 2011). El objetivo del presidente turco, Erdoğan, no es sólo establecer una “zona de seguridad” en el norte de Siria, permitiendo en particular la salida de los millones de refugiados sirios de territorio turco, sino también debilitar a las fuerzas kurdas sirias, percibidas como una rama del PKK turco, clasificado como terrorista por Ankara, y las Unidades de Protección Popular (YPG), consideradas por Ankara como una rama siria del primero.
Pero un país como Arabia Saudita no parece estar dispuesta a verse marginada del juego sirio por Turquía. Con esta inquietud, y el deseo de garantizar las inversiones saudíes que la economía siria tanto necesita, el ministro sirio de Asuntos Exteriores sirio recién viajó a Arabia en su primer viaje oficial al extranjero a principios de año. El reino, junto con Jordania y Qatar, envían ayuda humanitaria y asistencia energética a la población siria. Junto con otros países árabes, Riad apuesta a influir en el nuevo gobierno sirio para cortar el flujo de drogas y combatientes radicales a través de las fronteras de Siria, pero también para contrarrestar la autoridad de competidores como Turquía e Irán.
Todo esto en el contexto del regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos, que ha provocado especulaciones sobre la posible retirada de las tropas estadounidenses del noroeste de Siria. Ante un Trump que elogia al presidente de Turquía, Erdoğan, el líder de las fuerzas kurdas que controlan el noreste de Siria, el general Mazloum Abdi, está pidiendo a Washington que mantenga una presencia militar estadounidense en la región, advirtiendo que su retiro podría aumentar el riesgo de un resurgimiento del Estado Islámico en el país. Es verdad que Trump sigue siendo impredecible, pero si decidiera retirar a sus tropas de Siria, no es improbable que las fuerzas kurdas busquen el apoyo de Israel (lo cual ya han hecho los kurdos de Irak). Israel, de hecho, es quizá la amenaza mayor a la transición política y económica de Siria. Su ejército ha extendido la ocupación de los Altos del Golán (sirios) y continúa sus bombardeos en territorio sirio, que justifica como ‘preventivos’.
Estas evoluciones muestran dos realidades. La primera, que los kurdos de Siria buscan su lugar nuevamente. Sus diversas acciones se hacen eco de sus múltiples intentos de adaptarse a los diferentes regímenes que ha tenido Siria a lo largo de su historia como Estado independiente. La segunda realidad a la que apuntan los recientes acontecimientos es que, si bien el nuevo régimen que empieza a tomar forma en Siria se plantea como objetivo consolidar una Siria soberana y funcional en torno a un proyecto nacional, los entornos internacional y regional se presentan como obstáculos persistentes.
Senior fellow COMEXI- Coordinadora de la UER Medio Oriente, Sudeste asiático y Africa subsahariana en COMEXI.
Participación en El Sol de México