Fecha Publicación: 02-12-2024
La reciente COP29 en Bakú, Azerbaiyán, ha puesto de relieve las profundas divisiones y desafíos que enfrenta la comunidad internacional en la lucha contra el cambio climático. Aunque se esperaba un avance significativo, la cumbre reflejó una falta de consenso y una crisis en el multilateralismo que podría obstaculizar los esfuerzos globales para preservar nuestro planeta.
Las tensiones geopolíticas y conflictos actuales han desviado la atención y los recursos de problemas urgentes como el cambio climático. Potencias que antes lideraban las negociaciones climáticas, como Estados Unidos y la Unión Europea, ahora enfrentan desafíos internos y externos que han relegado la crisis climática en sus agendas.
Es preocupante que, a pesar de los impactos cada vez más evidentes —temperaturas récord, desastres naturales y pérdida de biodiversidad— algunos gobiernos aún muestren escepticismo o minimicen la importancia del cambio climático. Esta falta de consenso global dificulta la adopción de medidas concretas y ambiciosas.
Mientras tanto, los países en desarrollo, que han contribuido muy poco al problema, son los más afectados. Las naciones insulares del Pacífico, por ejemplo, enfrentan amenazas existenciales debido al aumento del nivel del mar. Es fundamental que la comunidad internacional reconozca esta injusticia y actúe en consecuencia.
El formato tradicional de las COP podría requerir una revisión para adaptarse a las realidades actuales. Las negociaciones a menudo se estancan, y es necesario implementar mecanismos que garanticen compromisos vinculantes y una rendición de cuentas efectiva. Involucrar a una gama más amplia de actores, incluyendo a la sociedad civil y al sector privado, podría impulsar avances significativos.
El financiamiento climático es otro tema crítico. La propuesta actual de movilizar 300 mil millones de dólares anuales es insuficiente frente a las necesidades reales, estimadas en más de 6 billones para 2030. Es esencial que los países desarrollados ofrezcan financiamiento justo y accesible, evitando cargar a los países en desarrollo con deudas adicionales.
En este contexto, el Sur Global tiene la oportunidad de desempeñar un papel más proactivo. Países como Brasil, India y Sudáfrica pueden liderar iniciativas que promuevan la justicia climática y el desarrollo sostenible. La próxima COP30 en Belem, Brasil, ofrece una oportunidad única para revitalizar la acción climática global.
Para lograr avances en Belem, es crucial:
Fortalecer la cooperación regional y global: una mayor unidad entre los países en desarrollo puede aumentar su influencia en las negociaciones internacionales.
Exigir responsabilidad y rendición de cuentas: los grandes emisores deben asumir sus responsabilidades y cumplir con sus compromisos.
Innovar en soluciones adaptadas: aprovechar los recursos locales y el conocimiento tradicional puede ofrecer soluciones efectivas y sostenibles.
Reformar las instituciones internacionales: organismos como el Fondo Verde para el Clima deben adaptarse para apoyar eficazmente a los países en desarrollo.
El cambio climático es un desafío global que requiere soluciones colectivas y ambiciosas. La COP30 en Belem debe ser el escenario donde la comunidad internacional se una para adoptar medidas decisivas que aseguren un futuro sostenible. Las acciones que tomemos ahora determinarán el mundo que heredarán las futuras generaciones. Es momento de renovar nuestro compromiso y trabajar juntos por el bienestar del planeta.
Participación en La Silla Rota