Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

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2024-12-03 10:27

LA NUEVA GUERRA FRÍA ENTRE ARABIA SAUDITA E IRÁN

Fecha Publicación: 22-10-2019

Más allá de su fascinante mosaico de interculturalidad étnica; hontanar religioso monoteísta; y su estratégica geografía como punto de convergencia tricontinental y bioceánico, el Medio Oriente es objeto de escrutinio periodístico, análisis académico y cautela política, debido a la rivalidad entre dos actores de gran peso regional: Arabia Saudita e Irán. Algunos académicos han denominado a esta reyerta como la nueva guerra fría de Medio Oriente, mientras que otros periodistas aducen que la quintaescencia del conflicto estriba en el supuesto antagonismo dogmático entre las dos vertientes islámicas: el sunismo y el chiismo. Considero que tales apreciaciones son imprecisas para explicar lo que verdaderamente está pasando. 

¿La guerra de nuevo se congeló?

La analogía de “nueva guerra fría” es muy popular en estos días, y se usa de forma ambigua y sin pudor alguno. Ambigua porque es difuso saber si se refiere al período histórico de la Guerra Fría (GF), a una guerra fría focalizada –lo que quiera significar esto- o a una guerra proxy: una guerra en donde las potencias utilizan a otros actores que sí se enfrentan directamente. Sin pudor, porque se utiliza para describir el futuro de cualquier conflicto que contenga connotaciones geopolíticas o geoeconómicas. Por ejemplo: el ascenso chino en detrimento del estadunidense y su respectivo reacomodo en la correlación de las fuerzas internacionales; las relaciones entre Rusia y la Unión Europea por el sistema de mísiles de defensa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en Europa o la situación de Ucrania; la guerra en Siria o la guerra entre Arabia Saudita e Irán.

Lo anterior se debe a que patrones que se presentaron en la GF solamente se han replicado; eso no significa que por ello sea una nueva GF, tan solo porque ese período c´est fini. Sin embargo, en la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán se busca, exclusivamente, la preeminencia regional en el Medio Oriente con el uso de afinidades idiosincráticas, mas no la mundial como en la GF, aunque, en esta última, se trataba de la “obligada” alineación de una localidad estratégica a uno de los dos sistemas político económico dominantes. Asimismo, Arabia Saudita e Irán no están exentas del uso de guerras proxy -Siria y Yemen- como en la GF con las guerras de Grecia, Corea, Vietnam, Líbano o Angola. En este conflicto, las redes sociales y el Internet han impelido que ambos actores caigan en una vorágine de dimes y diretes aumentando su respectiva desconfianza y degradando, así, su representatividad y canales de comunicación, además en caso de un desafortunado conflicto directo, la explotación y transporte de hidrocarburos como el patrimonio cultural más la población civil serían las principales víctimas. En la GF, se construyeron narrativas que afectaban el imaginario colectivo con respecto a alguna de las dos poblaciones, al tiempo que siempre mantenían al mundo en vilo por la destrucción mutua asegurada.

¿Enemigos religiosos?

Tras la muerte del profeta Mahoma en el 632 d.C., sus seguidores cavilaron para encontrar a quien sería su sucesor. Una facción sostenía que debía sucederle algún familiar de sangre. De tal forma, apoyaron a Alí, primo y yerno de Mahoma; a esta facción se le conoció como chiitas (en árabe, seguidores de Alí). Mientras que otro grupo, apoyado en el libro de enseñanzas de Mahoma, la Sunna, sostuvo que el sucesor del profeta debía ser electo por la comunidad musulmana; apoyaron a Abu Bakr, suegro de Mahoma. Se les conoce como sunitas.

Tanto chiitas como sunnitas comparten los principales elementos islámicos: creen en Alá como su Dios y Mahoma como su profeta; su libro sagrado es el Corán; y profesan las cinco obligaciones de un musulmán. Sin embargo, destaco ciertas diferencias: los chiitas contemplan la figura del imán, un líder político espiritual, por ende, veneran al primer imán Alí y su descendencia; profesan el Akhbar, registro de las tradiciones de Mahoma y, la mayoría son imamíes, quienes esperan el regreso del doceavo imán. Por el contrario, los sunnitas representan el 80% de la comunidad musulmana; se consideran como ortodoxos al ser tradicionalistas y creen directamente en Alá, es decir, sin imanes, aunque contemplan la figura del califa un líder político religioso.

Lo anterior demuestra que las divergencias religiosas no ameritan un odio encarnizado, sino más bien, con base en la hegemonía, una de las dos corrientes predomine sobre la otra, debido a que la religión es un elemento de cohesión social, y cada Estado concibe su propio sistema religioso, judicial, político y económico. Lo plausible no sería la dominación directa de otros países, sino el financiamiento o apoyo de movimientos a favor de su afinidad religiosa para generar un golpe de Estado o llenar el vacío.

Influencia política

Se aduce que la competencia hegemónica entre Irán y Arabia Saudita deviene tras la reinvención iraní en 1979 con el cambio de régimen, pero no es verdad, debido al testimonio que da cuenta la entrevista, rescatada en The Oil Kings, entre el sha Pahleví y el secretario Henry Kissinger, teniendo como telón de fondo que ambos países eran aliados estadunidenses: Twin Pillar Strategy, el sha quería defenestrar la preeminencia regional saudita desplazándola junto con Kuwait como principales proveedores petroleros estadunidenses.

La primavera árabe -manifestaciones que tenían como objeto mejorar la condición social y política de los países de la región- terminó contraproducente, debido a que la mayoría de las potencias regionales como Siria, Libia, Egipto, entre otras más, terminaron defenestradas; el conflicto desestabilizó y generó un vacío de poder, al que aspiran llenar Arabia Saudita e Irán mediante su influencia.

Arabia Saudita goza de gran influencia en el sur del Medio Oriente, pero, primordialmente, en el Golfo gracias al Consejo de Cooperación, organismo que reúne a las otras cinco petromonarquías y que permite expandir su influencia en la región. Por su parte, Irán goza de influencia en el norte de la región, y construye un “corredor chiita” que entra al territorio controlado por sus grupos simpatizantes en Iraq, hasta entrar en Siria, y de ahí se bifurca al sur, para llegar a Líbano, a través de Hamás y al norte en Siria hasta la base militar de Latakia, controlada por su aliado ruso y así llegar al mar Mediterráneo. Además, se ha acercado a países del Golfo como Catar, situación que ha sido respondida, por las petromonarquías con bloqueos económicos y ruptura de relaciones diplomáticas con Catar, al grado que este último país ha llevado el caso ante la Corte Internacional de Justicia.

Conclusión

El mapa de influencia no volverá a su condición a priori a 2011, es un hecho que el mapa regional ya está configurado en zonas de influencia repartidas por Arabia Saudita e Irán. Para apaciguar el conflicto, se deberá reestablecer, primero, la confianza bilateral y, en tercera medida, entablar un diálogo a siete bandas, es decir, con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, condición que requerirá actos de buena fe por parte del gobierno estadunidense y de Irán dada la reciente tensión.

Diego Jiménez Álvarez es internacionalista y miembro del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. Sígalo en @decnja

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