Fecha Publicación: 12-11-2019
Si a mediados de los 80 se hablaba del ââ¬Åelefante en la salaââ¬Â en relación a la hambruna africana de la que todo mundo volvÃÂa la cara, lo sucedido hace unas semanas en la reunión más importante del año del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) es la analogÃÂa del elefante respecto al papel de los paÃÂses emergentes en la arquitectura financiera internacional. Todos saben que están ahÃÂ, pero se les niega el reconocimiento de su papel en las principales instituciones financieras.
El encuentro anual BM-FMI se habÃÂa anunciado como el lÃÂmite para llevar a cabo la 15va Revisión General de Cuotas (RGC), es decir, la redistribución del total de los recursos que los miembros del FMI aportan para el cumplimiento de sus fines y, en consecuencia, el peso de sus votos en las decisiones más importantes. La fórmula utilizada para calcular las cuotas en principio está diseñada para reflejar el aporte de cada miembro a la economÃÂa global y que, bajo las propias reglas del FMI, se debe revisar cada 5 años. En la Cumbre del G20 en Seúl 2010 se anunció con bombo y platillo la 14va RGC y, sin embargo, la falta de aprobación del congreso norteamericano retrasó la implementación hasta 2016.
En esta ocasión, ante la reiterada falta de voluntad de los Estados Unidos (los cambios en las cuotas requieren la aprobación del 85% de los votos, Estados Unidos ostenta el 16.5% del total) los paÃÂses emergentes organizados al interior del FMI como el ââ¬ÅGrupo de los 24ââ¬Â no dejaron pasar la oportunidad para manifestar su decepción y señalar el riesgo que se está incurriendo en la viabilidad financiera de la institución al depender de otro tipo de recursos fuera de las aportaciones en forma de cuotas, asàcomo en términos de legitimidad institucional.
Es un hecho que los cambios en la institucionalidad del FMI no se darán sin presión por parte de las partes en desventaja. Más allá de las expresiones en la prensa, el deliberado atraso de las reformas podrÃÂa ser el detonante de un nuevo impulso a los acuerdos de reservas regionales que han caÃÂdo en una pasmosa irrelevancia como la iniciativa Chiang Mai y el Fondo Latinoamericano de Reservas.
No hacer nada es igualmente una opción, como menciona el G24, ââ¬Åno debe recurrirse de manera continua a recursos obtenidos en préstamo como sustituto permanente de las cuotasââ¬Â y ante la inestabilidad constante de la economÃÂa mundial más temprano que tarde el FMI se verá sin recursos para hacer frente a las contingencias.
Por otro lado, hablar de los costos en términos de legitimidad es algo difÃÂcil de determinar; cada paÃÂs actuará según le convenga al momento de afrontar las crisis financieras, pero como se ha visto en diversos eventos de crisis en Latinoamérica, los primeros en pagar los costos de acercarse al FMI son los polÃÂticos nacionales, como bien pueden atestiguar en estos dÃÂas Mauricio Macri en Argentina y Lenin Moreno en Ecuador.
Hasta ahora China, la principal amenaza geofinanciera para Estados Unidos, ha dado pasos adelante con paciencia, desde el ingreso a la Organización Mundial de Comercio, pasando por la inclusión del Yuan en la canasta de divisas del FMI, hasta la creación del Banco Asiático de Infraestructura y Desarrollo. Qué tan rápido pueda avanzar China ante los nuevos retos dependerá de la cooperación que obtenga de sus aliados BRICS, actualmente atendiendo sus propios problemas locales.
Más allá de las cuotas que los paÃÂses emergentes tengan en el seno de las Instituciones Financieras Internacionales hoy o mañana, el paso irreversible hacia un sistema financiero equilibrado será la sustitución del dólar como moneda de reserva, meta que hoy parece inimaginable, pero recordemos que para los fundadores de las instituciones de Breton Woods también inimaginable era la necesidad de volver a hacer valer lo indicado en el ArtÃÂculo XIII del Acta Constitutiva del FMI ââ¬ÅLa oficina principal del Fondo estará ubicada en el territorio del miembro que tenga la mayor cuotaââ¬Â y por ahora, el que ocurra el cambio de cuotas es solo cuestión de tiempo.
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