Fecha Publicación: 23-06-2020
Opiniones Oportunas
En geopolítica, los imperativos son la esencia del juego; motivados por ellos, los jugadores en el tablero trazan sus estrategias y ejecutan sus movimientos minuciosamente, ya que de ello dependerá el éxito o el fracaso como país. Son dichos conceptos supremos los que enarbolarán las principales causas de los países y de ellos emanarán las grandes estrategias, los objetivos tácticos y las acciones puntuales para alcanzar las metas y consolidar el poder de los Estados-nación.
Por ejemplo, Estados Unidos tiene como uno de sus imperativos geopolíticos el dominar y salvaguardar la cuenca del Misisipi, ya que es el corazón de su economía y de ello dependerá su desarrollo interno, al igual que le permitirá proteger los enormes recursos energéticos y petroleros de la región del golfo de México (por ello Guantánamo es geográficamente tan relevante). Entre los otros encontramos el dominio de los mares, que permitirá la hegemonía marítima y la capacidad de controlar el comercio oceánico y los intereses navales-militares; la influencia y el control del continente americano; la desestabilización del Medio Oriente, etc. Incluso, ya podríamos considerar como un nuevo imperativo en la actualidad, y con un enfoque hacia el futuro, el dominio del espacio.
Es así que el Estado, como ente racional, determinará sus prioridades sobre la base de la identificación de los intereses fundamentales. En términos de poder, contará con fuentes naturales (geografía, recursos), tangibles (desarrollo industrial, movilidad social, etc.) o intangibles (idiosincrasia, conceptos nacionales, liderazgo, elementos de unión) como herramientas para alcanzar dichas aspiraciones. Factores como los atributos demográficos, políticos, económicos, sociales, diplomáticos, militares y gubernamentales serán clave en este proceso. Con ello, los países buscarán generar una esfera de influencia propia hacia los demás actores, aprovechando las condiciones geográficas (zonas de prevención, mares, montañas, desiertos, etc.) y políticas, para determinar que el fiel de la balanza se cargue a su favor.
El entramado que existe hoy en el Mediterráneo es muestra de todo lo que he descrito en los párrafos anteriores: geopolítica pura con un toque de ajedrez contemporáneo multidimensional. Un mar escoltado por tres continentes y con una enriquecedora historia, considerado en ciertas épocas como el centro del mundo.
Por un lado, Turquía busca consolidarse como potencia regional por medio de alianzas y enfrentamientos detalladamente planeados. Haciendo una apuesta arriesgada, ha desafiado indirectamente a países miembros de la Unión Europea (Francia, Italia e incluso la misma Organización del Tratado del Atlántico Norte) buscando posicionarse como un ente autónomo en sus decisiones. Sin embargo, tener dos frentes abiertos en Libia y Siria representa un peligro latente (habría que preguntarle a Adolf Hitler). Todo ello con la intención de afianzar dicha hegemonía e influencia regional, incluso ya con una distancia relativamente más marcada de Estados Unidos.
La geopolítica, dentro de su fascinante visión, nos permitirá entender mejor las verdaderas razones que mueven al mundo; no hay casualidades en este juego.
Por otra parte, Gracia e Italia, que aún enfrentan problemas económicos considerables, tuvieron que involucrarse en un conflicto que parecería ajeno en un principio, pero que incide directamente en sus intereses nacionales. Por tal motivo, recientemente cerraron un acuerdo para delimitar las zonas económicas exclusivas entre ambos países. Chipre continúa a la sombra de Turquía, pero defendiéndose a toda costa dentro del ya añejo problema turcochipriota y, a su vez, protegiendo su participación en los proyectos energéticos de la región.
Egipto buscará resguardar su frontera con Libia principalmente como un tema de seguridad nacional, para así evitar la infiltración de radicales islámicos, inclusive en la península del Sinaí. Además, el control del canal de Suez tiene una correlación directa con el comercio marítimo en el Mediterráneo. En cuanto a Israel, aliado incondicional de Estados Unidos, estará atento a proteger el proyecto del gaseoducto EastMed, ya que será el principal proveedor de gas natural para el sur de Europa.
Rusia observa desde una posición más holgada y utiliza a sus soldados en Siria y algunos mercenarios en Libia para tener mano en el juego. Incluso, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Francia prestan atención desde una posición geográfica más lejana para extender sus esferas de influencia e incidir en la consolidación de sus estrategias. La relevancia religiosa y el acceso a los recursos naturales de la zona no serán –en ningún momento- cosa menor.
Las relaciones diplomáticas entre los países europeos, del Medio Oriente y del Norte de África nunca han sido del todo cordiales. Siempre ha estado latente el choque de culturas, una rivalidad y una competencia por dominar sobre los estados más vulnerables. Libia representa todo ello.
La geopolítica, dentro de su fascinante visión, nos permitirá entender mejor las verdaderas razones que mueven al mundo; no hay casualidades en este juego. El entramado está lejos de resolverse.