Fecha Publicación: 23-06-2020
Desde la década de 1990, la incorporación de internet en la vida cotidiana fomentó que la sociedad intercambiara más información que nunca. Con esto en mente es interesante analizar el efecto que la pandemia del covid-19 genera respecto al incremento de productividad inventiva del ser humano al exponenciar el uso de internet y sus herramientas. De acuerdo con estudios publicados por KPMG-Reino Unido, en lo que va de este periodo de confinamiento social, el uso de la red se incrementó 25% en promedio, y la mayoría del uso se generó en computadoras portátiles o de escritorio, y no por medio de aplicaciones o teléfonos inteligentes, lo que deja ver que la gente pasó más tiempo en sus escritorios.
Por otra parte, si bien la primera patente en inteligencia artificial se registró en 1950, según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual desde 2013 a la fecha, y ya con un internet consolidado, se han creado más de 175000 patentes, Entre los sectores que mayor crecimiento han tenido es el del transporte, con un 33% por año.
La tecnología sigue en permanente evolución, y en el caso de la inteligencia artificial los algoritmos del sistema van tomando nueva información para crear rutas de decisión actualizadas e ir generando nuevas alternativas, a diferencia del machine learning, término acuñado en 1959 por un ingeniero de IBM para jugar damas chinas contra una computadora, el cual memorizaba movimientos.
Acontecimientos como el que estamos viviendo ejercen un estrés sustancial sobre el estado actual de la tecnología, por lo que esperamos ver grandes avances en el corto plazo.
En fechas recientes, se han viralizado distintos eventos, como el caso del automóvil Tesla que, al transitar por una carretera de Estados Unidos, detectó a un jabalí sobre la carretera y el vehículo tomó la decisión de esquivarlo. Situaciones cada vez más complejas se agregan a la vida cotidiana de la inteligencia artificial y esto lleva a paradigmas que se tendrán que ir solventando. Retomando el caso del Tesla, ¿qué acción debería tomar el vehículo si otro auto estuviera en el carril contiguo y tuviera un auto detrás y no pudiera reducir la velocidad? Es aquí cuando la integración entre ser humano y máquinas es fundamental, pues se busca llegar a un punto en el que las máquinas puedan predecir y reaccionar, dejando atrás el que solo puedan interactuar.
Conforme avanza la integración de la relación hombre-máquina se va haciendo más necesario y evidente que el papel de quien regula los desarrollos tecnológicos se vuelve indispensable, en este caso son los entes gobernantes. Hoy, las tres leyes de la robótica propuestas por el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov siguen vigentes: 1) un robot no dañará a un ser humano ni, por su inacción, permitirá que un ser humano sea dañado; 2) un robot obedecerá las órdenes del ser humano, excepto cuando estas entren en conflicto con la primera ley mencionada, y 3) un robot deberá de proteger su propia existencia siempre y cuando esta no entre en conflicto con las primeras dos leyes.
Fuerzas de tensión
El descontrol entre la velocidad de creación del ser humano y la regulación de los gobiernos respecto de las invenciones crea un peligroso vacío en el cual se genera la distorsión del ámbito regulatorio con el inventivo. Un ejemplo es el considerable crecimiento de la consciencia del valor de la información entre las personas y las empresas. Hoy es un insumo atesorado, tal y como pudimos constatar en el caso de Cambridge Analytica hace algunos años.
La disparidad de avances entre los desarrollos tecnológicos de ciertas empresas o instituciones académicas con el grueso de sus sectores ha alcanzado tal nivel que los desarrolladores de tecnología como Apple, Tesla, IBM, Google, Samsung, Nissan, entre otros, han tenido que tomar decisiones de impacto directo a sus bolsillos, pero con un componente reputacional altamente valioso.
En el marco del tenso contexto social en el que vivimos, centrándonos en las protestas para terminar con la discriminación en Estados Unidos, es que encontramos la valía de aplicaciones de reconocimiento facial Tal es el caso de Microsoft o Amazon, que han creado un nuevo software de identificación facial y se negaron a vender sus aplicaciones a la policía de Estados Unidos, al menos, hasta que haya una legislación que regule esta materia. Esta data sería de alto valor, pues instituciones del orden en Estados Unidos podrían verse beneficiados de poder predecir con rasgos faciales qué persona está participando en un acto de protesta y cruzar la información con sus bases de datos.
Otro ejemplo interesante es el de la empresa californiana Zip Line, la cual hace entregas de bolsas de 500 mililitros de sangre en Ruanda hasta equipos de protección personal médica vía aeronaves eléctricas no tripuladas, manejadas en Estados Unidos. La empresa ha realizado numerosos vuelos, sumando más de 40 000 entregas comerciales, especialmente en el continente africano. En el contexto de la pandemia por el covid-19, la empresa desarrolló rutas en Estado Unidos, particularmente en el estado de Carolina del Norte; sin embargo, su expansión se vio limitada por la todavía en desarrollo regulación del espacio aéreo para naves no tripuladas.
En medio de todo este cambio de época se generan muchas dudas sobre cómo será el futuro próximo de la tecnología. Pronto sabremos si la etapa de mejora continua que estábamos viviendo es sostenible o si veremos un salto cualitativo y sustancial en su uso y desarrollo derivado tanto de la pandemia como de la necesidad de socializar del ser humano. Acontecimientos como el que estamos viviendo ejercen un estrés sustancial sobre el estado actual de la tecnología, por lo que esperamos ver grandes avances en el corto plazo