Fecha Publicación: 07-07-2020
El primer lugar que me viene a la mente cuando pienso en la tecnología es Silicon Valley, en California, hogar de miles de ideas y empresas que transforman al mundo. Sin embargo, al pensar que en este mismo lugar está una embajada de la tecnología, vendría a la mente Microsoft, Facebook o el mismo Google, pensándolo de manera figurativa, y sería lo más natural. Con el paso de los años, las empresas de tecnología han acumulado conocimiento, riqueza y, particularmente importante, capacidad de influencia, formando un tridente de poder potente. Desde 2017, este lugar –junto con Beijing y Copenhague– es referente mundial del nacimiento, incubación y accionamiento de ideas y, además, es sede del Consulado General y del Centro de Innovación de Dinamarca.
La estrategia del gobierno danés refleja la realidad de un mundo en el que las empresas llegan a ser más influyentes incluso que los países, de ahí la necesidad de establecer un vínculo con los empresarios de la tecnología, a lo que los daneses lo han denominado techplomacy.
Como referencia, de acuerdo con datos del Banco Mundial, el valor de Apple en 2019 fue de 309 530 millones de dólares, aproximadamente 50% mayor a los 203 000 millones de dólares del PIB de Grecia, o las 9088 patentes que registró IBM en 2018, 7.4 veces más que las 1222 patentes registradas en Perú en el mismo año. Temas como seguridad de datos, privacidad, minería de datos e inteligencia artificial, entre otros, son parte de la agenda con la que se busca posicionar una nueva voz para lograr una injerencia en el desarrollo de estas tecnologías.
La estrategia del gobierno danés refleja la realidad de un mundo en el que las empresas llegan a ser más influyentes incluso que los países.
Por otro lado, se ha nombrado a un embajador del Medio Ambiente, que es encargado de velar por la transición del mundo a tecnologías amigables con el planeta. Al visualizar que la meta del país nórdico es reducir sus emisiones de efecto invernadero en 70% para 2030, se decidió por tomar acción mediante el propio sistema de gobierno, no solo al interior del país, sino con los Estados y los ecosistemas con los que tienen interacción, un nivel totalmente nuevo para la diplomacia para poder cumplir con los compromisos adquiridos. El compromiso es tal que 25 años, de 1984 a 2009, la economía danesa creció 75%, mientras que su consumo de energía se mantuvo en los mismos niveles.
Este tipo de esfuerzos denotan que las empresas tienen un papel relevante en el rumbo de la sociedad, en algunas ocasiones incluso con influencia por encima de algunos países. El tomar la decisión de hacer intervenciones verticales incursionando en sectores específicos denota que, de acuerdo con la política exterior danesa, una de las mejores formas de apoyar a que en 2030 se alcancen los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas es generando una conversación de tú a tú con estos actores.
Normalmente estos temas son desarrollados dentro de los mismos sistemas de gobierno a nivel interior, o bien, como un adscrito a las embajadas. Sin embargo, al ser la primera vez que estos temas toman tal importancia, como para instalar embajadas, vale la pena la reflexión sobre si este camino es el futuro.
Los daneses han sido históricamente una sociedad punta de lanza en temas ambientales, de cohesión social y de equidad. Este podría ser el camino para llevar temas de interés común a las agendas individuales de cada país. A más de 200 años de que los daneses acuñaron la frase “lo que se perdió externamente se recuperará internamente”, parece que la frase se transforma en “lo que se busca internamente se ganará externamente”.