Fecha Publicación: 26-07-2024
Hay aguas que nadie se atreve a navegar cuando se desconoce su cauce, sin embargo, hay otras que son comletamente navegables cuando se tiene claro el Norte, como lo es el caso de la Cumbre del G20 que este año tiene como anfitrión a Brasil y su tema central, el del Desarrollo Sostenible.
Para ello, es imperante reconocer que el gobierno brasileño (quién está encargado de presidir las reuniones del G20 en 2024) ha mencionado que la participación de la sociedad en la toma de decisiones del grupo será fundamental, pues es necesario que esta participe mediante foros para plantear necesidades y propuestas.
De hecho, Márcio Macêdo, quien es el Ministro encargado de la Secretaría General de la Presidencia de la República Brasileña durante el Foro Político de Alto Nivel en la ONU sobre Desarrollo Sostenible, ha recordado que el G20 creará un foro de debate previo a la reunión de noviembre para que se aborden todos y cada uno de los temas que son relevantes en materia de desarrollo social y que la población en general considera fundamentales para ser tratados por los Jefes de Estado.
Sin embargo, en esta lucha constante por darle voz a la sociedad civil, el gobierno brasileño no debe olvidar los temas clave que su presidencia ha instalado como prioritarios en el debate del G20, los cuales se refieren a: a) la lucha contra la desigualdad, el hambre y la pobreza; b) cómo hacer frente al cambio climático y; c) el desarrollo sostenible y la reforma de la gobernanza global. Incluso, el gobierno brasileño plantea la posibilidad de orientar el debate de la sociedad civil a estos temas para así tener una mayor claridad cuando los Jefes de Estado se reunan en Río de Janeiro los días 18 y 19 de noviembre de este año.
Con esto, se pretende que las conclusiones y reflexiones de estas reuniones de la sociedad civil sean presentadas en un documento formal al presidente Lula y este, a su vez, lo incluya en la reunión con sus homólogos del G20, generando así un hecho histórico que podría ayudar a una mejor toma de decisiones, sobre todo porque estas propuestas pudieran influir directamente en las políticas que se deciden en el G20 y que históricamente no han sido tomadas en cuenta desde quienes navegan las aguas de ese río en sus canoas, sino de quienes las surcan desde sus grandes trasatlánticos, lo cual podría ayudar a darle mayor credibilidad a un grupo de países que pareciera se encuentran más enfocados en temas económicos y políticos que los que tienen que ver con el desarrollo social.
Entonces, este tipo de políticas pueden verse aterrizadas -o acuatizadas si seguimos con la metáfora inicial- a través de programas que el propio G20 impulsa, como la Alianza Global Contra el Hambre y la Pobreza que, al establecer un impuesto global del 2% a los super ricos, podría causar una derrama económica que serviría para erradicar la inseguridad alimentaria de más de 340 millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Esto es, Brasil busca servir como ejemplo de que la agenda del G20 es viable y que la preocupación de las naciones más favorecidas es real en cuanto a ayudar e impulsar el desarrollo de aquellas que no lo son tanto.
Participación en El Economista