Publication Date: 06-05-2024
El día 27 de abril de 2024 se conmemoró el trigésimo aniversario del Día Nacional de la República de Sudáfrica y del desplome formal del régimen del apartheid.
Después de varias décadas de lucha, Sudáfrica pudo llevar a cabo las primeras elecciones que buscaban deshacer la línea de separación entre ciudadanos blancos y súbditos negros; las personas sudafricanas hacían añicos las prohibiciones políticas que les habían colocado en una zona de no-existencia; lo(a)s negro(a)s sudafricano(a)s dejaron de no estar, de no existir: estamos porque no hemos estado parecía ser el grito de lucha.
Alguna vez en abril, hace 30 años, la lucha de Soweto (1976) en donde varios estudiantes de nivel secundaria que alzaron sus voces en contra de las políticas educativas que privilegiaban la enseñanza de la lengua afrikáans (la lengua oficial del apartheid) y que fueron masacrados por la policía del apartheid terminaba por trascender históricamente.
Hace tres décadas, las consignas de Steve Biko que subrayaba que ser negro no tenía sólo que ver con el pigmento de la piel sino con una situación de opresión: “Eres negro porque eres oprimido” cobraban más sentido revolucionario.
Por su parte, las luchas de las mujeres sudafricanas en contra de la Ley de Pases (1956) –piedra de toque de las políticas segregacionistas que determinaban en dónde debían estar las personas negras– se sublimaban doblemente ya que no sólo desmantelaban una parte del apartheid sino que dejaban claro que “Tocar a una mujer africana era topar con una piedra”.
Una doble liberación de mujeres negras en contra del apartheid y en contra de la historia patriarcal que consuetudinariamente ha convertido en íconos históricos a personajes masculinos. Un triunfo femenino de importancia nodal y autorías múltiples entre las cuales se destaca Albertina Sisulu, Lilian Ngoyi, Mary Ngalo y muchas otras más cuyas acciones trascienden el olvido, autoras anónimas de tantas luchas.
Por otra parte, pese a la densidad de las disputas, muchos problemas históricos no han sido resueltos: Sudáfrica continúa siendo un país paradigmáticamente aquejado por enormes tasas de desempleo (34%). Su economía se ha complejizado a tal grado que resulta imposible emplear adecuadamente a millones de personas que durante años carecieron de educación formal.
Los niveles de desigualdad entre personas negras empobrecidas y los sectores más ricos está tambi��n entre los más profundos a nivel mundial. A decir de Achille Mbembe, el 60% de la población negra, empobrecida y poco educada gana 3,500 rands mensuales.
Mientras tanto 2% de la población blanca se hace de un ingreso de 30 mil rands al mes. La violencia social y de género es también por demás visible en un país que destaca también como vanguardia en la defensa de los derechos de las minorías sexuales pero que también deja entrever las metamorfosis y la esencia multicefálica del colonialismo, racismo y patriarcado.
Un tema que atraviesa a la mayor parte de los países africanos es la resolución del tema agrario, de tenencia o posesión de la tierra que, en el caso particular de Sudáfrica, es la resultante de actos de despojo y expropiación territorial, un racismo agrario que subsiste y que obliga a pensar en la supervivencia de un racismo de carácter daltónico que perpetúa la separación de las personas por otros medios y artefactos.
Tal como suenan los tambores, ninguna conmemoración digna de tal membrete puede estar completa sin abordar estos temas. El Programa de Reconstrucción y Desarrollo (RDP) del gobierno liderado por el Congreso Nacional Africano (CNA) apunta a erradicar estos problemas en tanto legados históricos, resabios coloniales.
En muchos casos, las personas más desfavorecidas se han adelantado a las políticas de gobierno y han terminado por ocupar tierras que consideran utilizables y de cuyo cultivo depende su dignidad y subsistencia.
El objetivo declarado del RDP es la restitución agraria para aquellas personas que fueron despojadas de sus tierras y removidas de modo forzado en el pasado. Así, el RDP estableció la ambiciosa meta de transferir un 30% de las tierras en manos de personas blancas para el año 2001.
Una meta acaso incipientemente alcanzada por el gobierno del CNA que no debería olvidar que la cosmo-sensación Ubuntu tan usada para legitimar muchos de sus programas de gobierno no sólo se explica mediante el “Soy en tanto que somos” sino a través de la incorporación de las personas con la tierra, que se hacen cuerpo con la tierra-naturaleza en la cual están depositados sus ancestros, su relación con el pasado y el futuro.
POR MARCO REYES (UAM-I/COMEXI)
Marco Reyes. (Departamento de Filosofía-Historia. UAM-Iztapalapa. Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión África, Medio Oriente y Sudoeste Asiático del COMEXI).
Participación en El Heraldo de México