Fecha Publicación: 22-04-2024
La tensión en el Medio Oriente persiste. El 18 de abril, el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu emitió su respuesta a la oleada de drones iraníes bombardeando a Irán y sus Estados satélite, Siria e Irak. La respuesta israelí viene seis días después de la contraofensiva iraní que proclamaba actuar en defensa propia tras los ataques a la embajada de Teherán en Damasco, Siria el primero de abril.
De las centenas de drones y misiles balísticos enviados a Israel, el sistema de defensa israelí logró interceptar el 99% del ataque, demostrando el verdadero poderío del famoso "Domo de Hierro". Para muchos, esto debió de ser visto como una victoria israelí. Sin embargo, la comunidad internacional ha monitoreado el grado de respuesta por parte de Israel; misma que ha sido disuadida por aliados occidentales, notablemente Estados Unidos.
Inicialmente, lo que buscaba Irán era un "saldo de cuentas" para demostrar que los ataques a su embajada no quedarían impunes. Por su parte, los aliados de Netanyahu externaron su consternación con el posible escalamiento de tensiones geopolíticas en la región, dejando claro que no intervendrían directamente en el conflicto. Cualquier involucramiento estadounidense detonaría un problema de mayor escala con los aliados de Irán, entre ellos Rusia y China.
Hasta ahora, se han visto una toma de decisiones dentro de lo que cabe racional y calculada por los actores involucrados. Podemos esperar que el conflicto permanezca en la escala regional, siguiendo enfrentamientos indirectos entre Irán e Israel como se ha visto hasta el momento: vía drones y misiles balísticos. En el campo de batalla aéreo y defensivo, Israel tiene la delantera. Aunado a esto, podemos anticipar el continuo intento de ciberataques para debilitar la inteligencia del Domo de Hierro israelí.
Sin embargo, las primeras lecturas dan a entender que la acción de Israel de responder al ataque con drones denota una desescalada del conflicto, tomando una acción concreta para evitar que los bombardeos del 13 de abril sean vistos como una acción sin represalias. Habrá que ver la respuesta iraní.
Mientras tanto, el panorama permanece incierto para pronosticar la evolución del conflicto. Cada toma de decisiones tiene el potencial de disuadir o aumentar la tensión regional. Por lo tanto, EE.UU., el Reino Unido y la Unión Europea monitorean la situación de cerca para brindar inteligencia al Estado de Israel, mientras asesoran al Primer Ministro Netanyahu para evitar el escalamiento del conflicto. Particularmente, la administración del presidente estadounidense Joe Biden ha sido muy enfática en que no desea "ser arrastrada a un conflicto en el Medio Oriente".
Inevitablemente, el conflicto en el Medio Oriente trascenderá fronteras con posibles repercusiones políticas en la percepción electoral en EE.UU. y Europa. El grado de apoyo y respuesta que den los gobiernos actuales puede tener un impacto significativo en el electorado estadounidense o europeo. El conflicto tiene el potencial para repercutir, para bien o para mal, en la elección estadounidense donde el electorado tiene una visión favorable al Estado de Israel y no así de Irán.
En los días por venir podemos ver fluctuaciones en el precio de materias primas, principalmente petróleo y oro, aunque es aún temprano para saber el verdadero impacto del conflicto en la economía global.
*El autor es analista de riesgos políticos y política internacional. Es maestro por la London School of Economics (LSE) e internacionalista por la Universidad Anáhuac México, donde es titular de la asignatura Globalización Económica. Asociado COMEXI.
Participación en El Economista
