Fecha Publicación: 01-04-2024
El pasado 19 de marzo de 2024, el New York Times publicó un artículo titulado “¿Cómo se mantiene París siendo París?”. Contra todo pronóstico, el enfoque no era fiscal ni basado en inversiones masivas de capital, sino en algo sorprendentemente diferente: la inversión de miles de millones en vivienda pública.
¿Por qué esta estrategia en París debería importarnos en México? Cuidando las justas dimensiones, ambas ciudades comparten desafíos urbanos significativos. En la Ciudad de México (y en varias ciudades del país), el fenómeno de la gentrificación ha cobrado auge en redes sociales, evidenciando un creciente desplazamiento de residentes tradicionales y un aumento en los costos de alquiler, reflejando un mercado de vivienda cada vez más excluyente y segregado.
París enfrenta retos similares. La capital francesa, un epicentro turístico y cultural, también ha lidiado con la gentrificación y la exclusión. Ante esta situación, el Gobierno de la Ciudad tomó el camino de ejercer la rectoría de su política de vivienda con el propósito de preservar su diversidad y a su gente. A través de su política de "mezcla social", impulsada principalmente por partidos de izquierda, busca garantizar que “quienes contribuyen a la prosperidad de la ciudad también puedan vivir en ella”.
Sin perder la oportunidad de recomendar la lectura del extraordinario trabajo original, enlisto un breve resumen de las estrategias del Gobierno del Ciudad de París que desarrolla Thomas Fuller:
El gobierno tiene derecho de anticiparse a la venta de un edificio, comprar la propiedad y convertirla en vivienda pública
No ubica vivienda social en la periferia, sino en barrios centrales y de prestigio
Los alquileres de las viviendas se basan en el ingreso de los inquilinos
Restringe los alquileres de corto plazo en barrios históricos
Gestiona los arrendamientos comerciales para preservar comercios tradicionales y evitar la proliferación de grandes cadenas
Hoy, gracias a la adecuada implementación, un cuarto de los parisinos reside en viviendas estatales. El objetivo planteado es ambicioso para 2035: alcanzar un 30% de vivienda pública para residentes de bajos ingresos y un 10% para los de ingresos medios.
En México, la reciente propuesta de reforma constitucional que amplía las atribuciones del INFONAVIT hacia la construcción de vivienda es un paso inicial en el diálogo sobre vivienda social.
La necesidad de construir vivienda nueva es inminente porque no basta con ser elegible a un crédito; sino que haya vivienda disponible. La clase trabajadora en las ciudades no podrá hacerse nunca de una —ni para compra ni para renta— si no la hay a precios accesibles. El desafío se agrava debido a la limitada disponibilidad de suelo. Frente a esta realidad, la participación del Estado es determinante.
Durante décadas pasadas, el Estado dejó la rectoría de la política de vivienda y la cedió al mercado. Lo que sucedió fue la construcción masiva de vivienda inhabitable, sin servicios básicos, apartada de las ciudades y sin conexión a la red de transporte público. Se volvieron meros cubos de concreto.
Recobrar la rectoría de la política de vivienda es crucial, sin embargo, independientemente de la aprobación de esta iniciativa, no debemos dejar de cuestionar cómo planificamos el desarrollo y crecimiento de nuestras ciudades: ¿Dónde mandamos a vivir a la gente?
El ejemplo de París ofrece valiosas lecciones para México en términos de planificación urbana y políticas de vivienda y si no, cuando menos, interrogantes, ¿cómo queremos que nuestras ciudades avancen y a quiénes queremos que sirvan?
Mitzi Pineda es Maestra en Políticas Públicas por el CIDE. Miembro COMEXI. Actualmente trabaja en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.
X: @mitpinedac
Participación en El Economista