Publication Date: 01-04-2024
Boris Yeltsin nombró sorpresivamente al poco conocido Vladimir Putin como Presidente interino de la Federación de Rusia en los últimos minutos de 1999. En mayo de 2000, Putin fue formalmente electo mandatario y, desde entonces, y por lo pronto hasta 2030, es el líder supremo de Rusia. Con el periodo 2008-2012 en el que fungió como Primer Ministro, y la posibilidad de extender su mandato hasta 2036, acumularía 36 años.
Putin heredó una Rusia en bancarrota, sin liquidez incluso para pagar nóminas a militares y servicios básicos de salud. Fue el periodo durante el cual se gestó la mayor estafa contra cualquier Estado al "privatizar" las grandes empresas públicas a cambio de unos pocos rublos, ahora en manos de un puñado de oligarcas.
El ascenso de Putin coincidió con el incremento significativo de los precios internacionales del gas y del petróleo, lo cual lo convirtió en un líder popular y poderoso. Como buen miembro del servicio secreto, supo crear un régimen de terror basado en recompensar la lealtad y reprimir o suprimir la disidencia. A los oligarcas los tiene amenazados de nacionalizar sus bienes si se atreven a ir en su contra, a los burócratas les permite ser inmensamente corruptos mientras le sean leales, y a los opositores los mete a la cárcel o los elimina. El número de prisioneros bajo su mandato supera a los encarcelados durante el régimen de Stalin.
Desde que llegó al poder, Putin hizo pública su nostalgia por la Unión Soviética. Tuvo muchos años para prepararse militar y políticamente para invadir a sus vecinos. Primero fue Georgia en 2008, el año en que la OTAN anunció que Georgia, Moldavia y Ucrania podrían hipotéticamente ser miembros de la Alianza. Es así como Georgia pierde 20% de su territorio (Osetia del Sur y Abjasia).
Posteriormente, en 2014, “hombres verdes” entraron a los territorios de Donetsk y Jherson en Ucrania para “defender los derechos de la minorías ruso-parlantes”.
El 22 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania, en lo que se considera el mayor conflicto armado en territorio europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Rusia lo llama oficialmente una “operación especial”, mientras otros lo vemos como el inicio de la tercera guerra mundial.
Ucrania ha resistido heroicamente los ataques de un vecino mucho más poderoso, mucho mejor armado y con mucho más personal militar, gracias al apoyo económico y de armamento proveniente de Estados Unidos, el G7 y la Unión Europea.
Este enfrentamiento ha causado una gran cantidad de muertos y heridos, tanto civiles como militares de ambos lados. Las estimaciones son muy variadas, pero sin duda el Ejército ruso ha tenido más bajas en esta guerra que en todas sus guerras juntas desde la Segunda Guerra Mundial, incluido su fracaso en Afganistán que precedió a la disolución de la Unión Soviética.
La guerra no se ha circunscrito únicamente al terreno de batalla, sino también a los medios y una lucha por la verdad. El mismo Putin, en una reciente entrevista, dedicó mucho tiempo a narrar su versión del porque Ucrania no existe y no es nación independiente, a pesar de que la Federación de Rusia reconoció su independencia y sus límites fronterizos en los años 90.
Rusia se ha entrometido en procesos políticos y electorales de otros países. La embajada rusa en México cuenta con un personal diplomático desproporcionado, y se cree que muchos de ellos están en funciones de espionaje hacia Estados Unidos. Se le acusa de ayudar a Donald Trump a ganar en el 2016, se cree que está detrás del proceso de independencia de Cataluña, y recientemente inundó el transporte público de la Ciudad de México con anuncios de su agencia informativa oficial: RT.
Aunque la gran mayoría de los países del mundo ha condenado su agresión contra Ucrania, no ha sido posible aprobar una resolución al respecto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde ha sido vetado por Rusia, quien ostenta ilegítimamente el lugar que tenía la URSS en el organismo aunque debió compartirse con otros países que también fueron parte de ella.
El propio Gobierno de México no ha tomado una posición firme en contra de la invasión de territorios ajenos, como debió haberlo hecho. Una señal clara de esto es haber invitado al Ejército agresor ruso a desfilar durante la pasada celebración de la independencia.
Rusia se ha preparado durante largos años para lanzar este ataque, y no se detendrá en Ucrania. Ya lo dijo públicamente, el siguiente objetivo es Moldavia, otro país con aspiraciones europeas. De ser así, Rusia cerraría el acceso a Ucrania al Mar Negro y formaría un cordón de control hasta Transnistria en Moldavia.
POR BRUNO BALVANERA
EXDIRECTOR EJECUTIVO DEL BANCO EUROPEO DE RECONSTRUCCIÓN Y DESARROLLO, ASOCIADO COMEXI
BRUNOBALVANERA@GMAIL.COM
Participación en El Heraldo de México