Fecha Publicación: 22-03-2024
El panorama económico global ha venido experimentando enormes cambios en los años post-pandemia. En este contexto, el nearshoring apareció como un faro de oportunidades que promete redefinir el complejo entramado de las relaciones entre México y Canadá. Tradicionalmente, nuestros intercambios bilaterales han navegado por las vías diplomáticas y el comercio, sin embargo, existe acuerdo entre los especialistas en que éstas no han alcanzado su máximo potencial. Ahora gracias al Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) y la creciente tendencia a la deslocalización (nearshoring) se nos presenta una oportunidad sin precedentes para forjar una alianza mucho más profunda y estratégica.
México es el tercer socio más grande de Canadá en comercio de mercancías (después de Estados Unidos y China). En 2023 el comercio bilateral de México con Canadá superó los 40 mil millones de dólares. 4.6% más que el reportado en 2022. En la actualidad, los países más relevantes para México en términos de valor de la inversión extranjera directa son Estados Unidos, a la cabeza, seguido de Canadá. De enero a septiembre de 2022, Canadá invirtió más de 2.2 mil millones de dólares en nuestro país. Estos datos no solo reflejan la solidez de la relación económica bilateral sino también el potencial sin explotar para futuras colaboraciones en el marco del nearshoring.
El atractivo del nearshoring, subrayado por la búsqueda de cadenas de suministro más resilientes, nunca había sido tan pronunciado. El concepto se extiende más allá de lo puramente geográfico pues se trata de construir un espacio económico robusto donde prospere la innovación y se multipliquen los beneficios mutuos para las naciones involucradas. En el caso de México y Canadá, sectores como el automotriz, aeroespacial, energético y el electrónico se perfilan como áreas para la colaboración, con la posibilidad de ampliar aún más el comercio y las inversiones bilaterales.
Sin embargo, las implicaciones del nearshoring van mucho más allá. Estos procesos nos ofrecen la posibilidad de construir un nuevo paradigma rumbo a una integración regional más sólida a través de la construcción de una Alianza Norteamericana.
A medida que avanzamos hacia este nuevo paradigma, no sólo estamos hablando de empleos o inversiones; estamos imaginando una asociación que promueva la innovación, la sostenibilidad y, lo que es más importante, que promueva a las personas que constituyen el núcleo de nuestras economías.
Esta visión requiere que ambas naciones se enfoquen en aprovechar sus fortalezas para construir no solo un mercado, sino una comunidad, una comunidad resistente ante las incertidumbres mundiales y ágil en su búsqueda de oportunidades. Se trata de crear una narrativa que trascienda los acuerdos comerciales tradicionales. Esto implica mejorar nuestras infraestructuras para facilitar los intercambios transfronterizos; simplificar los marcos normativos para fomentar la innovación y la inversión; fomentar los intercambios educativos y tecnológicos. Pero sobre todo implica diálogo: un diálogo continuo, abierto y constructivo entre gobiernos, empresas y comunidades.
Mientras trazamos juntos este camino, recordemos que la era del nearshoring es algo más que una estrategia económica: es un testimonio de nuestro compromiso compartido con una Alianza Norteamericana próspera e integrada. No se trata de una mera oportunidad, sino de una llamada a la acción, una llamada a redefinir las relaciones México-Canadá para una nueva era.
*La autora es Doctora en Derecho por la UNAM; editora y coautora de Mexico-Canada: Two Nations in a North American Partnership. Fue Vicepresidenta del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) y actualmente es Senior Fellow de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre Canadá. Es Socia Directora de Freymar Consulting Corp. con sede en Canadá y Socia de Prospectiva, Consultoría Estratégica en México.
Participación en El Economista