Fecha Publicación: 11-01-2024
El 13 de enero tendrán lugar las elecciones generales en Taiwán, para elegir Presidente, Vicepresidente y los 113 miembros del Parlamento. Los cerca de 19 millones de electores habrán de elegir al próximo mandatario entre tres candidatos: Lai Ching-te (o William Lai), actual Vicepresidente y presidente del Partido Progresista Democrático, o DPP; Hou Yu-yi, del Partido Nacionalista Kuomintang, o KMT; y Ko Wen-je, del Partido del Pueblo Taiwanés, o TPP, fundado apenas en 2019 y que en 2020 arrasó en las elecciones legislativas.
Este proceso tiene una importancia especial a nivel internacional, dadas las implicaciones que el resultado tendrá para el sistema político en la isla y, sobre todo, por los escenarios que podrían esperarse de parte de la República Popular China, los Estados Unidos y otros actores regionales. Como se sabe, la isla de Taiwán tiene una importancia fundamental en la competencia sistémica entre Estados Unidos y la República Popular China, en los aspectos ideológicos, políticos, económicos, militares y de influencia global. Destaca también, desde luego, la importancia económica de Taiwán, en sectores estratégicos de manufactura e industria avanzada y, en especial, en la producción de tecnologías de la información y de las comunicaciones, sobre todo en el suministro de microprocesadores y semiconductores. De hecho, empresas taiwanesas dominan 68% del mercado global de semiconductores, así como 90% de los microprocesadores que se utilizan ahora en la inteligencia artificial y en la computación cuántica.
Por ello, en la consideración de escenarios de futuro derivados de estas elecciones es importante tomar en cuenta las eventuales implicaciones en materia de seguridad económica, defensa y promoción de valores políticos divergentes, así como el impacto que un resultado u otro pueda tener en las cadenas de producción y suministro de sectores clave y en las tendencias a la relocalización (nearshoring) ya en curso.
Los tres candidatos han adoptado como tema principal en sus campañas el de tratar de convencer al electorado de que sus respectivas posiciones son las que más convienen para el futuro de la isla, sin insistir en la idea de la independencia a efecto de no provocar un conflicto con China continental. Este el aspecto al que prestan más atención los círculos políticos y medios de información occidentales, sobre todo los estadounidenses, algunos de los cuales han señalado –al igual que medios oficiales chinos- que la próxima es “una elección entre la guerra y la paz”.
El DPP, partido en el poder desde hace ocho años, defiende la identidad taiwanesa con perspectiva nacionalista y aspira a que Taiwán se convierta en estado independiente, para lo cual busca estrechar los vínculos con Estados Unidos y Japón. No obstante, en caso de ganar, se anticipa que Lai se ubicaría en una posición similar a la de la actual Presidenta Tsai Ing-wen, que, aun cuando ha asumido posturas calificadas por China como “provocaciones”, ha evitado la confrontación directa con el gobierno de Beijing. Por su parte, el KMT, fundado originalmente por Sun Yat-sen y que fuera instalado en la isla por Chiang Kai-sek, defiende políticas de derecha y busca la reunificación con China continental en el largo plazo, bajo el principio de “una sola China”. En la campaña actual, Hou se ha proyectado como moderado, con un enfoque centrista y “no alineado”, lo que le ha ganado el apoyo de importantes segmentos del electorado. El tercer candidato, Ko, defiende un nuevo enfoque basado en los temas que más interesan a la gente, es decir, cómo mejorar las condiciones de vida en lugar de mantenerse atrapados en discusiones ideológicas.
En este sentido, resulta primordial el seguimiento de los intentos de las dos grandes potencias para influir en los resultados, así como de las reacciones ante el resultado de esta elección.
China considera a Taiwán como parte de su territorio y le otorga el trato de “provincia en rebeldía”, planteándose la reintegración del territorio como una cuestión irrenunciable alcanzable en el largo plazo. La reintegración de la población insular al mandato de China continental es parte fundamental del “sueño chino” reiterado recientemente por el Presidente Xi Jinping. En el actual proceso electoral, el gobierno chino ha seguido una estrategia de dos bandas: por un lado, realiza ejercicios militares para disuadir cualquier intento independentista y, al mismo tiempo, ha puesto en marcha distintos programas tendientes a convencer a la población taiwanesa de las ventajas que le representará la eventual reintegración con la RPCH por medios pacíficos.
Del lado de Estados Unidos, no obstante que acepta el principio de Una Sola China, desde que surgió la República Popular China ha sido el principal apoyo político, económico y militar de la isla de Taiwán. En el actual proceso electoral, no se ha registrado expresión oficial de apoyo directo a alguno de los candidatos; sin embargo, las visitas a y desde la isla han exacerbado las tensiones entre Estados Unidos y la RPCH, y a ello han contribuido también versiones difundidas por sectores conservadores estadounidenses en el sentido de que China estaría próxima a recuperar la isla por la fuerza, sobre todo a la luz de la invasión de Rusia a Ucrania. Es de esperar que los resultados de la elección presidencial de noviembre incidan también en la posición oficial respecto a Taiwán y la relación más amplia con la República Popular China. Mientras tanto, se siguen de cerca las implicaciones que para Taiwán podrían tener las decisiones sobre canalizar más o menos apoyo militar a Ucrania y las eventuales repercusiones geopolíticas del conflicto Israel-Palestina.
Otros actores regionales siguen de cerca los acontecimientos y actúan con más cautela. Para actores extra regionales es importante no involucrarse en la disputa sistémica entre las dos potencias globales y seguirse apegando al principio de “Una Sola China”, como es el caso de México.
POR JOSÉ LUIS BERNAL
EX EMBAJADOR DE MÉXICO EN CHINA,
MIEMBRO DE COMEXI
Participación en El Heraldo de México