Fecha Publicación: 20-04-2022
Los eslabones que van conformando la cadena de suministro de cualquier producto, hoy se han oxidado. La pandemia se encargó, durante el 2020, de mostrarnos cuan frágiles son dichas cadenas, a pesar de que creíamos que eran lo suficientemente robustas. La pandemia delineó varios escenarios nuevos ya que la incertidumbre de los confinamientos llevó a China -la gran fábrica del mundo- a mover los eslabones hacia un nuevo orden comercial global. Este orden se re direcciona a que la globalización de la producción tiene sus sombras y que aunque su objetivo es aprovechar las ventajas comparativas o absolutas de los países y por ende, los bajos costos, también tiene su lado oscuro al darse una crisis que llegue a alterarlas.
Cabe destacar, que ante la política de “cero COVID-19” del gigante asiático, los puertos marítimos y las fábricas han avanzado como montaña rusa: abren y cierran ante el incremento de casos de contagio. Esto provoca que las entregas que salen de dicha nación se atornillen más lentas en lugar de que fluyan como anillos enlazados. Durante el 2021 se dieron las crisis de los contenedores, del transporte marítimo, de los energéticos y de las cadenas de suministro. Los contenedores comenzaron a estar mal distribuidos alrededor del mundo. El transporte marítimo sufrió incrementos, mes con mes, encareciendo las importaciones. Los energéticos vivieron un desequilibrio de mercado porque la demanda aumentó y el alza en sus precios no esperó. Por lo que esto empujaba a una inflación mundial para este 2022. Y las cadenas de suministro sufrieron una mayor disrupción ante las nuevas variantes del SARS-CoV-2 ya que al haber mayor número de contagios, se dio una afectación en varios sectores industriales a nivel mundial.
En este 2022, hay que agregarle un componente clave que es la guerra entre Ucrania y Rusia. Este choque de trenes entre Occidente y el país euroasiático nos está llevando a un mundo más convulsionado aún y con candados para avanzar. La aplicación de sanciones económicas, encaminadas a ahorcar la economía rusa, también tiene su efecto boomerang. Es decir, los componentes de las cadenas de suministro se dañan más por el alza de los precios internacionales de las materias primas como: energéticos, minerales y granos. De allí que he venido poniendo sobre los reflectores el ‘efecto Matryoshka’. Éste lo describo como el impacto en espiral -a la economía global- por la interdependencia de las economías y la hiperconectividad en que vivimos. Lo que sucede en un punto cardinal, sufre un ‘efecto mariposa’ que no es otra cosa más que impacto magnificado alrededor del mundo. Por eso The Economist advirtió, hace más de un mes, sobre la alta posibilidad de una recesión global. Mientras que Oxford Economics publicó que las consecuencias de la guerra se verán, inclusive, hasta el año 2024.
En mayo del 2021, escribí sobre la necesidad de hablar de una diplomacia de las cadenas de suministro. Es decir, los gobiernos deberían utilizar su red de misiones diplomáticas para cortar con cizalla la afectación a los sectores clave de cada país. Sin embargo, parece que las cadenas se quebrajan más aún ante la espera de que vuelvan a su normalidad. No obstante, lo relevante es entender que la nueva normalidad, a pesar del avance de una vacunación global, es que las cadenas de suministro aun estando oxidadas, así funcionan. Por lo que es impensable creer que poniendo un recubrimiento a éstas, funcionarán sin rechinar.
Otro aspecto a destacar es que los eslabones afectados ya no sólo son de la producción de mercancías, sino también de las alimenticias y energéticas. Las primeras afectan la seguridad alimentaria ante la falta de proveeduría de Ucrania y Rusia de los granos primordiales como trigo, maíz, y cebada. Las segundas afectan el poder adquisitivo ya que el incremento de los precios del petróleo, el gas y el carbón, merman los bolsillos de las personas. Por lo que todo esto, de manera conjunta, puede llevar a un caos mundial.
La solución tampoco es engrasar las cadenas. Si los eslabones no están rotos, aún hay manera de que tengan buena resistencia. ¿Cómo lograrlo? Buscando proveedores sustitutos, ofreciendo a los consumidores alternativas pero con un puntual servicio al cliente ya que ahora pareciera que éste debe esperarse y comprar lo que hay en el aparador. Antes veíamos que la mercadotecnia se había movido hacia una personalización, ahora vemos productos globalizados donde el concepto de entregas a tiempo (just in time) desapareció. Se habla de cadenas de suministro 4.0 por la Revolución Industrial 4.0 y la digitalización de los procesos. Sin embargo, no hay tecnología que supla el nivel de crisis ni de incertidumbre. La flexibilidad y la resiliencia es lo que debe prevalecer.
Como reflexión final comento que las cadenas de suministro deben ser incorporadas a la agenda comercial global como un tema de gran relevancia antes de que se convierta en una amenaza global y terminen rotas, sin soldadura que las repare.
* Asociada del COMEXI. Coordinadora de la Lic. Negocios Globales y Enlace de Internacionalización del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana, CDMX. Licenciada en Comercio Internacional y Maestra en Administración por el Tecnológico de Monterrey y Maestra en Estudios Diplomáticos por el Instituto Matías Romero. Es Doctora en Dirección de Empresas por la Universidad Politécnica de Cataluña y realizó una estancia doctoral en la Organización Mundial de Comercio.
Twitter: @AribelContreras
Instagram: aribeldiplomatique
Participación en El Sol de México