Publication Date: 08-12-2023
El año 2023 ha sido testigo de un avance tecnológico sin precedentes en América Latina, marcando una era de innovación y transformación en la región.
Desde sus inicios, este año ha sido un crisol de movimientos que vislumbran un futuro tecnológico para la región. En marzo, Tesla anunció la apertura de una nueva planta en México, augurando una presencia tangible en la región. Posteriormente, en agosto, Google anunció la apertura de sus oficinas en El Salvador, consolidando aún más su compromiso con el desarrollo tecnológico en la zona. Más tarde, en noviembre, Starlink, el servicio de internet satelital liderado por Elon Musk, aseguró un contrato significativo de 51 millones de dólares con la Comisión Nacional de Electricidad para proveer infraestructura de servicios de internet en zonas rurales mexicanas hasta 2026.
Este impulso tecnológico resalta la receptividad del mercado latinoamericano hacia la Inteligencia Artificial y sus tecnologías complementarias, como la infraestructura en la nube, la digitalización y el 5G. Estos movimientos indican que la región busca formar parte de la innovación global y está dispuesta a abrazar la transformación tecnológica en todos sus ámbitos.
Sin embargo, esta transición no está exenta de desafíos. América Latina se encuentra en un contexto de fragilidad democrática, mientras las grandes empresas tecnológicas son objeto de escrutinio en Occidente por su rol en los marcos regulatorios. Surge entonces la pregunta: ¿cómo se adecuarán estas tecnologías a los marcos populistas presentes en la región?
La ausencia de marcos regulatorios sólidos plantea otra interrogante crucial: ¿cuál será el impacto de la penetración de estas nuevas tecnologías en la sociedad, la economía y la política de América Latina? La proliferación de tecnologías como los deep fakes y la propagación de noticias falsas en periodos electorales son ejemplos claros de desafíos que podrían emerger sin un marco regulatorio adecuado.
Es esencial que los gobiernos latinoamericanos asuman la responsabilidad de garantizar un acceso equitativo a estas tecnologías emergentes. El pragmatismo tecnológico no distingue entre debates políticos; busca una expansión universal. Sin embargo, el desafío radica en cómo asegurar que esta expansión se realice de manera ética y equitativa.
En conclusión, el auge tecnológico en América Latina presenta una doble cara: oportunidades significativas de desarrollo y desafíos que deben abordarse con urgencia. La adaptación de estas tecnologías al entorno político y social de la región requerirá una cuidadosa consideración y el establecimiento de marcos regulatorios efectivos para salvaguardar el progreso tecnológico sin comprometer la integridad democrática y social.
*El autor es maestro en Desarrollo Internacional por la London School of Economics and Political Science (LSE) y se especializó en economía aplicada para el desarrollo, es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Anáhuac México. Yussef es experto en tecnologías emergentes y es analista de políticas públicas en el ámbito nacional e internacional. Yussef es miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).
Particiáción en El Economista