Fecha Publicación: 07-11-2023
La coyuntura del inicio del ciclo escolar 2023-24 en México ha sido un tema candente en el ámbito público y político. El epicentro de este debate se ha centrado en los cambios sustanciales implementados en los libros de texto y el plan de estudios que formará al futuro nacional de la denominada cuarta transformación. Sin embargo, más allá de las discusiones ideológicas y técnicas que han suscitado, es vital reconocer que el debate público actual está incompleto.
El desarrollo de las juventudes mexicanas está en peligro y parte del problema radica en las secuelas a mediano y largo plazo de la escolarización a distancia durante la pandemia de covid-19. La educación a distancia se convirtió en el modo de instrucción dominante en el mundo como estrategia no farmacéutica para mitigar la propagación del virus. Sin embargo, el modelo asincrónico reveló las desigualdades socioeconómicas y subrayó la brecha digital nacional al instruir la educación pública por medio de televisión abierta, limitando la retroalimentación y la comunicación bilateral entre docente y alumnado.
El impacto nacional se ve exacerbado por la falta de acceso, conocimiento y uso de las tecnologías para la información y la comunicación (TICs) como parte fundamental de la infraestructura educativa. El rezago tecnológico ha tenido un impacto alarmante en la educación en México. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad, al menos 628 000 niños y jóvenes se vieron obligados a interrumpir sus estudios debido a la falta de acceso a herramientas tecnológicas adecuadas para la educación en línea.
En el panorama internacional, hay decisiones que dificultan la métrica del impacto educativo en el desarrollo del capital humano y la competitividad del futuro mexicano, como la suspensión de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) que permite pronosticar las capacidades generacionales del desarrollo en la sociedad.
Predecir el éxito de las juventudes con base en resultados estandarizados genera debate, pero hay un consenso académico que correlaciona el tiempo invertido a los estudios en la juventud con la deserción escolar y la temprana integración a la fuerza laboral (formal o informal).
Impacto educativo pospandemia
El tiempo que los jóvenes de secundaria y bachillerato dedican al estudio ha experimentado una disminución significativa en los últimos años. Previo a la pandemia, las juventudes mexicanas destinaban en promedio 27 horas a la semana a sus estudios. Sin embargo, la pandemia supuso un punto de inflexión y redujo, en promedio, 10 horas de estudios semanales y, sorprendentemente, el regreso a clases presenciales denota una disminución adicional de 10 horas. Las juventudes mexicanas dedican apenas entre 6 y 7 horas semanales al estudio. Este drástico cambio en sus hábitos de estudio plantea interrogantes sobre el impacto a largo plazo en el desarrollo educativo y las oportunidades futuras.
La disminución tanto en las horas destinadas al estudio como en la adquisición de conocimiento no es exclusiva de México. Hay una reducción similar en países como Alemania durante la pandemia. En ambos países, el tiempo de estudio se redujo en 50% diariamente. Asimismo, emerge un fenómeno paralelo a la reducción de horas estudiadas con el aumento de horas semanales dedicadas al trabajo dentro y fuera del hogar. Los grupos más perjudicados son las jóvenes de secundaria y de bachillerato.
En el caso de las jóvenes de secundaria, hay un incremento significativo en las horas dedicadas a las labores domésticas. Las jóvenes destinaban un promedio de 7 horas semanales a las tareas domésticas, pero esta cifra se duplicó después de la pandemia, hasta alcanzar 14 horas semanales. Por otro lado, los hombres de bachillerato han experimentado un incremento en las horas dedicadas al trabajo fuera del hogar. Durante la pandemia, trabajaban en promedio 5 horas a la semana, pero al regresar a la escuela, este número se elevó a 15 horas, con un saldo promedio de 22 horas al inicio del ciclo escolar 2022.
Esto lleva a considerar la situación de los jóvenes que han experimentado la educación a distancia durante la secundaria y el bachillerato. Se vislumbran como una generación que ha quedado rezagada debido al atraso tecnológico y la persistente brecha digital en el país, donde el nativismo digital de las juventudes es una más de las desigualdades a las que los grupos vulnerables tendrán que enfrentarse.
Esta situación se agrava debido a factores socioeconómicos, como la presencia de un solo padre en el hogar o la afectación económica ocasionada por la pandemia. Esto sin mencionar la notoria brecha de género que perpetua el trabajo doméstico en las jóvenes y encasilla a los hombres de bachillerato en el trabajo informal en una temprana edad. Asimismo, las áreas marginadas en zonas urbanas también han sentido con mayor fuerza estos impactos.
Innovación educativa en la escena internacional
Estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Banco Mundial sugieren que la pandemia podría representar una pérdida educativa de hasta 20 años. Para abordar esta crisis, México debe desarrollar estrategias de identificación y de mitigación que permitan recuperar a las generaciones perdidas y reintegrarlas al sistema educativo.
¿Qué han hecho países con características similares a las mexicanas para prevenir y mitigar futuras pérdidas? Chile subraya la importancia de la evaluación de las pérdidas educativas, utilizando pruebas estandarizadas como PISA, como una herramienta fundamental para identificar las áreas de mayor impacto y aborda la necesidad de priorizar la resiliencia y la efectiva utilización de las TICs. Esto conlleva la implementación de una educación en línea constante, aprendizaje adaptativo y la integración de tecnologías inmersivas, al destacar la importancia de fomentar el uso responsable y educativo de las tecnologías emergentes.
Por otro lado, Turquía ofrece valiosas lecciones sobre cómo llevar la tecnología educativa desde las áreas urbanas hasta las zonas rurales, al abordar de manera efectiva la brecha geográfica en el acceso a la educación y contribuir a asegurar que la tecnología educativa llegue a todas las regiones del país, garantizando un acceso equitativo a la educación.
Aunque la pandemia ha concluido, las secuelas a mediano y largo plazo son motivo de preocupación. En México existe el riesgo de perder a toda una generación de jóvenes, ya sea debido a las profundas desigualdades socioeconómicas agravadas por la pandemia o a las altas tasas de delincuencia que afectan de manera desproporcionada a esta demografía, convirtiéndola en la principal víctima de la inseguridad y, en algunos casos, en un reclutamiento potencial para el crimen organizado. Para mitigar las inminentes pérdidas que esperan a las juventudes, es fundamental centrar la discusión política en la modernización de los planteles, recapacitación de los profesores, reintegración al aula y prevención al reclutamiento al crimen organizado.
YUSSEF F. NÚÑEZ es maestro en Desarrollo Internacional y Crisis Humanitarias con especialidad en Economía Aplicada por la London School of Economics and Political Science (LSE). Es experto en política intenacional y tecnologías emergentes. Además, es Asociado del Programa de Jóvenes del Comexi y miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión de Sociedades del Conocimiento. Síganlo en X (antes Twitter) en @YussefNunez.
Participación en Foreign Affairs Latinoamérica