Publication Date: 08-09-2023
Diversos indicadores de la creciente influencia de China en el crecimiento y la geopolítica globales obligan a los países de América Latina y el Caribe a prestar cada vez más atención a las implicaciones que ello tiene en nuestra región, para advertir los riesgos y aprovechar mejor las oportunidades que derivan de estos cambios sistémicos. Entre ellos están las señales de ralentización del crecimiento y la deflación en China, la reanudación del diálogo en cuestiones económicas entre China y Estados Unidos, la ampliación anunciada de los BRICS y a la evidencia de que ya se está dando la desvinculación entre las economías china y estadounidense, en una competencia tecnológica en la que China está tomando la delantera.
La desaceleración de la economía china se presenta en un momento en que la mayoría de países latinoamericanos apenas empiezan a recuperarse de los efectos económicos de la pandemia y en el que muchas de las expectativas de crecimiento y diversificación de la región tienden a proyectarse con base en los vínculos forjados con la potencia asiática los últimos veinte años. En efecto, en lo que va de este siglo, China se convirtió en el principal socio comercial de la mayoría de países sudamericanos, impulsando un boom en los precios de alimentos y ciertas materias primas, y en los que se ha convertido en fuente muy importante de financiamiento y de inversión en procesos productivos, en obras de infraestructura, en agricultura y minería. Por ello, los cambios en las perspectivas económicas de China deben encender focos de alerta en nuestra región, que nos lleven a entender los efectos globales de la continua transformación de China y enfrentar los desafíos de la creciente e ineludible vinculación con ese país.
El curso que siga el conflicto económico entre Estados Unidos y China amerita atención especial en nuestra región. En fechas recientes, las dos potencias han mostrado cierta flexibilización de posiciones, que se tradujo ya en el acuerdo de volver a la mesa de consultas económicas, en un reconocimiento de que las restricciones comerciales, tecnológicas y financieras han tenido más efectos perjudiciales que beneficios para los principales involucrados. En el fondo, es evidente que China estaría ganando la carrera tecnológica, como lo muestran sus avances en sectores industriales clave, en energía, telecomunicaciones, finanzas y logística, en los que ha promovido la desvinculación (decoupling) a su manera. En esta confrontación, los países latinoamericanos enfrentan la falsa disyuntiva de tomar partido, lo que hay que evitar, dadas las vinculaciones vitales con ambas potencias y a riesgo de quedar marginados de los nuevos desarrollos tecnológicos o de ser ignorados en el momento en que las potencias lleguen a algún entendimiento. Igualmente, habrá que estar atentos a las nuevas variables que el proceso electoral estadounidense habrá de incorporar a esta compleja ecuación en 2024 y mas allá.
En un contexto en que algunos analistas insisten en aplicar conceptos de la Guerra Fría que se creían ya superados, la anunciada ampliación del grupo BRICS -en buena medida impulsada por China- paradójicamente inyecta nuevos bríos a la idea de reforzar el multilateralismo y abrir el paso hacia un mundo verdaderamente multipolar. En América Latina llama la atención particularmente el caso de Argentina, por las estrategias que la han acercado de forma singular a China los últimos años. Pero es igualmente importante analizar las razones que llevaron a invitar a cada uno de los otros cinco paises que se incorporarán al grupo a partir de 2024. Un caso emblemático de esta agrupación es el de India, que demuestra que es posible estar asociado con China a pesar de sus diferencias irreconciliables y que es posible mantener una alianza estratégica, incluso en lo militar, con Estados Unidos y al mismo tiempo ser uno de los dirigentes del nuevo Sur Global. Hay allí muchas lecciones a derivar para todos los paises de nuestra region, en una época de nearshoring, de renovación de liderazgos politicos y de actualización de enfoques de políticas públicas y relaciones exteriores.
En definitiva, en un escenario global de profundas transformaciones, la región de América Latina y el Caribe se encuentra por enésima ocasión en una encrucijada, en la que se vuelve imperativo e ineludible explotar mejor sus fortalezas estructurales y tomar ventaja de sus múltiples vinculaciones internacionales. El nuevo papel global de China y su influencia en la región abre nuevas oportunidades y plantea importantes desafíos a nuestros paises, a lo cual debemos responder con determinación y estrategias bien definidas. En el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) seguimos promoviendo la profundización del conocimiento de estos escenarios globales y regionales, orientando la reflexión a actuar en consecuencia.
Participación en El Economista