Fecha Publicación: 14-07-2023
El 17 y 18 de julio de 2023 se llevará a cabo, en Bruselas, Bélgica, la III Cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que espera reunir a 60 de jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones, después de más de ocho años de alejamiento.
A inicios de 2022, la invasión rusa a Ucrania trastocó el orden internacional. Dicho conflicto marcó la agenda y, ante el nuevo escenario, la UE asumió que debía buscar un nuevo acercamiento con América Latina y el Caribe (ALC). En julio de 2022, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, presentó la “Ruta 2023”, para relanzar las relaciones UE-ALC, que debía comenzar con destrabar los procesos de firma de los acuerdos renovados con México y Chile, así como las negociaciones del acuerdo con el Mercosur.
En su informe sobre el estado de la Unión, en septiembre de 2022, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también hizo referencia a la necesidad de un nuevo acercamiento con ALC, para convertir a la región en un aliado geoestratégico. Asimismo, en su gira por América Latina, en junio pasado, habló de la necesidad de un nuevo contrato social entre la UE y ALC.
La Cumbre UE-CELAC coincide con la presidencia española del Consejo de la UE, que tiene un importante sentido de oportunidad. No se trata únicamente de que España recupere la agenda con la ALC, sino de colocar a la región en el interés del conjunto de la UE.
El reacercamiento de la UE hacia ALC implica también tomar en cuenta los nuevos cambios políticos en la región. El viraje a la izquierda de muchos gobiernos de ALC, con todo y sus variantes, implica notas en común. Una de ellas es, sin duda, el reconocimiento y la reivindicación de los pueblos originarios. Desigualdad, racismo, discriminación y abandono que, junto con la pobreza, escasez de recursos, desorden climático y crimen organizado, son los nuevos temas de conversación.
De ahí que la invitación al presidente ucraniano a la Cumbre UE-CELAC, provocara el rechazo de buena parte de los países de ALC, que percibieron la propuesta como impositiva y poco oportuna y que, incluso, pudo contribuir a que la CELAC planteara la eliminación de las alusiones a la guerra en Ucrania en el proyecto de declaración conjunta.
Para Europa, el conflicto en Ucrania constituye una prioridad y una cuestión existencial, para ALC, sin embargo, es un asunto lejano. Sus preocupaciones son otras. La CELAC se autodefine como una Zona de Paz y los países que la integran están lejos de ser potencias económicas o militares; ello explica las negativas a enviar armamento a Ucrania o imponer sanciones económicas a Rusia.
No obstante, ALC ha impulsado y apoyado, casi de manera unánime, y de forma determinada, iniciativas y resoluciones que condenan la invasión rusa a Ucrania en el seno de la ONU. Algunos países, como México, han contribuido, además, con el envío de ayuda humanitaria.
Como contrapropuesta a la declaración conjunta, la CELAC se ha pronunciado por incluir en el texto reivindicaciones anticolonialistas, alusiones a la esclavitud trasatlántica y reparaciones históricas. Ello es un claro ejemplo de visiones, no necesariamente opuestas, sino que obedecen a prioridades y perspectivas distintas.
Si el conflicto en Ucrania fue el detonante para el reacercamiento birregional. La Cumbre UE-CELAC es la oportunidad para renovar y reforzar la relación trasatlántica mediante el diálogo, el entendimiento y la cooperación. Escucharse los unos a los otros es un buen comienzo.
* El autor es académico y consultor. Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre la crisis Rusia-Ucrania y sus consecuencias.
Twitter @Luis_Huacuja_A
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