Fecha Publicación: 25-03-2021
El Sol de México
Una de las primeras acciones de la administración Biden fue el retiro del absurdo veto que Estados Unidos le había impuesto a la candidatura de la doctora Ngozi Okonjo-Iweala a dirigir la Organización Mundial del Comercio. Esta economista experta en desarrollo internacional y finanzas, asumió las funciones el 1 de marzo de 2021, siendo la primera mujer en el puesto.
La nueva Directora General (DG) debe haber recibido con gran satisfacción la noticia de que el comercio internacional empezó a recuperarse a finales de 2020 y que ha continuado haciéndolo en los primeros meses de 2021. Debe haber sentido gran alivio que EU y la Unión Europea hayan acordado eliminar aranceles punitivos al comercio con valor de cerca de 14 mil millones de dólares, derivado de los subsidios ilegales que uno y otra otorgaban a la construcción de aeronaves comerciales. Quizás el hecho que más le debe haber regocijado –aunque, como política muy experimentada, nunca lo admitiría—es que tiene que lidiar con la administración Biden y no con la de su antecesor. Esto no quiere decir que la situación que enfrenta la OMC no sea extremadamente preocupante.
Debido al progreso tecnológico, la utilización de subsidios masivos y la aplicación de medidas proteccionistas, el mundo ha entrado en un proceso de desglobalización. Las intricadas cadenas globales de valor, que se fueron construyendo particularmente a partir de la década de 1990 y que llegaron a su cúspide con la crisis de 2009, están en lo que parece ser un rápido proceso de relocalización, acelerado por la pandemia y su reflejo en el crecimiento económico de los países. El desastroso manejo de la política económica internacional en materia de medicinas, incluyendo las vacunas y sus insumos, y de productos y equipos médicos, no son sino un ejemplo. De hecho, la DG ha señalado que su primer reto es lidiar con este tema, que se compone de nacionalismos económicos, desigualdades en la distribución, subsidios, aranceles y otras restricciones a la importación y a la exportación, así como cuestiones de propiedad intelectual.
Make America Great Again de Trump ha sido sustituida por Build Back Better de Biden, con un programa de reindustrialización y reconstrucción de la infraestructura posiblemente no visto en 90 años. Al ambicioso programa China 2025 se le añadió el objetivo de crecer al 6% anual y lanzar un programa masivo de inteligencia artificial y producción de circuitos integrados de gran sofisticación como respuesta al embargo de la administración Trump. La Unión Europea también está construyendo una nueva política industrial basada en la atracción de eslabones productivos basados en las tecnologías de la información y servicios conexos, sectores en que ha quedado rezagada. Varios países en desarrollo han recurrido extensamente al uso de restricciones a la importación y a la exportación frente a la pandemia y para relanzar sus economías. Einstein decía que la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. La situación de la economía mundial no se caracteriza por la sanidad mental en materia económica de los dirigentes políticos.
La administración Biden mantendrá una actitud mucho más amigable y de cooperación con sus aliados que la de Trump, pero, por el momento, no parece tener intención de revertir los aranceles que, ilegalmente, aplicó a China y ésta, por tanto, no tiene ningún incentivo en reducir los que, también ilegalmente, aumentó a Estados Unidos. Y mientras esto no se resuelva tampoco se darán las condiciones para eliminar los problemas, desatados por Estados Unidos, que enfrenta el esquema de solución de diferencias, el mejor que había diseñado la comunidad internacional. Sin duda, la DG buscará sentar a la mesa a los principales protagonistas a la brevedad y que empiecen a hablar de manera constructiva.
Los problemas que aquejan a un sistema comercial basado en reglas son múltiples y hay que buscar resolverlos. Los subsidios masivos a la agricultura y a la industria –unos legales y otros no, algunos más distorsionantes del comercio y la inversión que otros—requieren una revisión de su regulación a nivel internacional, lo mismo que el comportamiento de las empresas propiedad del estado. Para la reunión ministerial de la OMC de diciembre deberán estar concluidas las negociaciones sobre subsidios a la pesca (iniciadas hace veinte años), como también la negociación sobre el sector insignia de la economía actual –potencializado por la pandemia--, el comercio electrónico, cuya regulación ha tenido grandes avances en algunos acuerdos regionales. Facilitar las inversiones es de gran importancia para su recuperación y reducir la burocracia en materia de servicios ayudaría al sector más dinámico de la economía mundial.
La DG requiere urgentemente acuerdos en estos temas para relanzar la relevancia de la OMC en la gobernanza económica internacional, pero quienes más lo necesitan son los propios Miembros. Si a la DG le va bien, al mundo le irá bien. Si le va bien al mundo, a México le irá bien.