Fecha Publicación: 22-02-2023
Hace 4,500 años las ciudades de Lagash y Umma, al sur de Mesopotamia, sostuvieron la que se considera la primera guerra en la historia de la humanidad, misma que duró todo un siglo. En fechas recientes, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, han habido más de 100 guerras y conflictos. Por tal sentido, la actual guerra en Ucrania, tiene una característica muy especial, pues se consideraba que el siglo XXI, daría paso a un mejor entendimiento entre naciones, que se alcanzarían estándares para abatir la pobreza, las hambrunas y lograr un mundo con mejores estándares de vida y desarrollo para cada persona.
La realidad ha sido otra y las acciones bélicas de la Federación Rusa sobre Ucrania, han reafirmado la importancia de los intereses nacionales, aquellos que le permiten a un Estado definir claramente hacía dónde debe de orientar su destino y existencia. En pleno siglo XXI, cuando la democracia, los Derechos Humanos y las libertades económicas, son parte sustantiva de cada ciudadano en el mundo, se han trastocado a causa de una guerra.
Europa sufrió una oleada de migrantes, pues de acuerdo al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se estiman cerca de 8 millones de desplazados, considerando que la población de Ucrania son 44 millones de personas (hasta finales de 2021).
Asimismo, una organización como la OTAN, parecía hasta enero del año pasado, una reliquia de la seguridad internacional, que poco a poco dejaría de tener la importancia que tuvo en toda la Guerra Fría y que durante la administración del presidente Donald Trump, marcaba su extinción a necesidad de otras necesidades en materia de seguridad para Europa y para los propios Estados Unidos, sin embargo, el 24 de febrero de 2022, las viejas y vetustas estructuras defensivas retomaron su función, se aplicaron todos los protocolos respectivos para darle certidumbre a toda Europa y al mundo, ante la acción impuesta por el gobierno de Vladimir Putin.
La añoranza de un gran imperio, fuera el Romanov o el soviético, son los elementos ideológicos y doctrinales, mediante los cuáles, se ha asumido una política de Estado para recuperar la grandeza de la nación.
La anexión de Crimea en marzo de 2014, fue un primer aviso de lo que vendría, prestando la atención internacional en la guerra civil en Siria y en los actos terroristas en el mundo, aunado a la dependencia del petróleo ruso, el objetivo se clarificaba, obtener un espacio vital al interior de Europa y así sucedió, el pensamiento imperial ruso no ha desaparecido, se sostiene y es parte de su idiosincrasia.
El arte de la guerra se replantea, en un conflicto crucial para la definición del nuevo orden global, que está definiendo alianzas y fidelidades entre las naciones y estableciendo el destino del siglo XXI.
Dr. Arturo Ponce Urquiza
Integrante de la Unidad de Estudio del COMEXI sobre Rusia-Ucrania / Profesor Asignatura Definitivo FESA UNAM / Geopolítica y seguridad internacional
Participación en El Heraldo de México