Fecha Publicación: 18-11-2022
El término Zeitenwende describe una realidad que abre nuevos horizontes, sobre todo en las dinámicas de las cadenas globales de suministro.
Tras la invasión de Rusia a Ucrania, el canciller federal Olaf Scholz acuñó el término Zeitenwende (“cambio de época”) para señalar no solo la reformulación de la política exterior alemana, sino también una nueva etapa de su sociedad y economía. Más allá de la decisiva reacción institucional, desde el inicio del conflicto la población alemana ha acogido con generosidad al flujo de personas de Ucrania quienes encontraron refugio en este país. Entre febrero y agosto, alrededor de un millón de personas ucranianas llegaron a Alemania; el 35% es menor de edad, y, de los adultos, dos tercios son mujeres.
Las mayores consecuencias económicas, especialmente en el sector energético, se derivan de las medidas unilaterales que ha adoptado Rusia y de las sanciones que ha impuesto Alemania junto con las de sus socios occidentales. En 2020, 55% del gas que importaba Alemania provenía de Rusia y, tras la invasión de Ucrania, su precio se elevó en 350%. Aunque el año pasado el 56% de la electricidad se generó a partir de combustibles convencionales y solo 14.4% del gas, las consecuencias de un precio de mercado alto ha sido un motor inflacionario.
En septiembre, la inflación alcanzó una cifra récord de 10% comparada con el mismo mes del año previo, y por encima del 7.9% del mes de agosto. Si se considera solo el precio de los energéticos, el aumento fue de 43.9 % con respecto a septiembre de 2021. Conforme se acerca el invierno, el consumo de gas para la producción de electricidad y calefacción aumenta, lo que afecta severamente a empresas y hogares.
Además, la guerra trastoca gravemente el mercado mundial de alimentos. El aumento en los precios de estos bienes fue de 18.7% con respecto a septiembre del año anterior. Si bien el gobierno alemán ha desplegado desde hace meses medidas para paliar los efectos de esta espiral de precios, el debate sobre qué hacer en el futuro continúa.
Un sondeo de la televisión pública ZDF indica que, en septiembre, el 57% de los encuestados consideraba que el aumento de precios le afecta directamente, frente al 40% de julio pasado. No obstante, el 74% dice que sigue apoyando a Ucrania y aprueba el respaldo del gobierno alemán a ese país pese a la inflación.
En su más reciente informe, la Confederación Industrial (BDI) preveía una recesión a partir del tercer trimestre del año. Adicionalmente, las proyecciones del Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima coinciden con las Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional: en 2022, el PIB alemán crecería entre 1.4 y 1.5% y, en 2023, decaería entre 0.4 y 0.3 por ciento.
Para una economía cuyo modelo está caracterizado por la exportación de manufacturas y es históricamente superavitaria, los altos precios de los energéticos y las persistentes afectaciones a las cadenas de suministro configuran un panorama desafiante. Según la BDI, en 2022, las importaciones han crecido más que las exportaciones y la demanda extranjera seguirá cayendo con la contracción del PIB mundial. Esto se resentirá durante lo que resta del año y se extenderá a 2023, con consecuencias para la producción y el empleo que eso acarreará.
El término Zeitenwende describe una realidad que abre nuevos horizontes, sobre todo en las dinámicas de las cadenas globales de suministro. El cada vez mayor impulso al nearshoring debido a la pandemia por la covid-19 hoy se actualiza con una tendencia basada en la confianza de los socios proveedores globales, y se conjugan economía y política: friendshoring. Las empresas y autoridades alemanas avanzan en esa dirección. México ha elevado su perfil en este escenario y se ha establecido como un destino sobresaliente para la relocalización de inversiones. Ahora también se presentan las condiciones ideales para fortalecer a México como socio estratégico de Alemania en un momento crucial para su desarrollo.
*Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión Europa+ del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi), el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP), y la Asociación Alemana de Investigaciones sobre América Latina (ADLAF). Doctor en Ciencia Política por la Universidad Libre de Berlín. Agregado de prensa en la Embajada de México en Alemania. Su opinión no representa ni compromete la posición de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Participación en El Economista