Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2024-03-27 17:27

HACER DE LA CULTURA UN BIEN PÚBLICO GLOBAL

Fecha Publicación: 05-10-2022

Los gobiernos de más de 150 naciones decidieron finalmente actuar en el marco de la UNESCO. En estos tiempos inciertos, mediante consultas, negociaciones y consensos, acordaron hacer de la cultura un pilar del desarrollo sustentable y un campo de acción fundamental para cambiar la trayectoria actual de los desafíos globales. Se trata de un compromiso de fondo: lograr que la cultura, en todas sus dimensiones, manifestaciones e implicaciones sea, en efecto, un bien común para todos, sin excluir a ninguno de los miles de millones de habitantes de la tierra. Tal es la relevancia de la conferencia mundial sobre políticas culturales y desarrollo sustentable, MONDIACULT 2022, celebrada la semana pasada en la Ciudad de México.

Si queremos salvar la vida humana en el planeta más vale hacer de la diversidad cultural, de los derechos culturales, de la economía creativa, de la inclusión digital un objetivo multidimensional para lograr que se integre como un nuevo objetivo del desarrollo humano sustentable. México ha creído siempre en la importancia de la actuación colectiva y secundado los esfuerzos de la UNESCO, con la firme convicción de que todos los estados miembros pueden demostrar con hechos, con acciones eficaces y concertadas, por una parte el valor insustituible de la organización mundial y por la otra la importancia de la cooperación internacional. Sólo si actuamos juntos, si mantenemos la visión y la voluntad para actuar en el seno de las instituciones multilaterales como humanidad probablemente tendremos la oportunidad de superar una crisis compleja, múltiple y multidimensional.

Vivimos una coyuntura histórica sumamente preocupante, en el que el conjunto de la humanidad debe navegar en un mundo en estado de shock, que ha puesto al descubierto la ruptura y notoria debilidad de muchas de las instituciones internacionales, haciendo casi imposible la gestión de varias crisis simultáneas. Todo ello reclama nuevos paradigmas y formas de pensar y de actuar. Necesitamos de la cultura, del ejercicio pleno de los derechos culturales, del talento y de la libertad de expresión de los creadores y artistas, de la visión contestaria de los jóvenes para abandonar predicciones, modelos y cálculos políticos convencionales que hace ya tiempo dejaron de funcionar, que nos han conducido a rivalidades y tensiones. Debemos aprender las lecciones de las recurrentes crisis económicas, de los impactos aun desconocidos de la pandemia, del flagelo de las guerras y los conflictos internacionales.

Es necesario construir una cultura de paz y movilizarnos en el mundo entero, cuando en Europa guerrean por la integridad territorial de Ucrania; cuando Vladimir Putin sostiene como espada de Damocles la amenaza del uso de armas nucleares; cuando hemos entrado de lleno en una inmoral carrera armamentista. Recordemos además que este verano Europa registró la peor sequía en generaciones y que se avecina, sombrío, un duro y frio invierno cuando los mercados globales de energía se encuentran desquiciados y sus costos y precios por las nubes. La explosión catastrófica del gaseoducto submarino Nord Stream es otra llamada más de urgencia para atender, sin perder un solo día, la emergencia climática. Cada semana constatamos la fuerza destructiva de inundaciones, huracanes y desastres naturales en los cuatro puntos cardinales.

Es a partir de la cultura, desde los cimientos, contribuyendo a una agenda común que debemos actuar para alcanzar los objetivos del desarrollo sustentable más allá del 2030. Sobre todo cuando vemos procesos en sentido contrario, como por ejemplo en China, donde el presidente Xi Jinping ha decidido que ninguna mujer sea miembro del buró político y forme parte de la toma de decisiones del partido gobernante; cuando se ahondan las diferencias y dificultades en el G20, ese grupo de asociación restringida que en su momento buscó funcionar como el tablero de control de las economías desarrolladas; cuando campean múltiples dificultades e incertidumbres en las potencias emergentes; cuando en América Latina y el Caribe, empezando por los países de mayor peso, es patente la retórica de polarización encubierta en discursos ideológicos, con liderazgos políticos incompetentes y miopes frente a un desolador panorama regional de retrocesos sociales y económicos; cuando México y Estados Unidos atraviesan por serias controversias comerciales y experimentan una espiral de violencia derivada del tráfico de armas, de su comercio irresponsable, de la cooptación criminal de los flujos migratorios, del tráfico de personas, mientras proliferan las exportaciones de fentanilo y se cuentan por miles los muertos y las personas desparecidas.

Por ende, urge regular las plataformas digitales y establecer un marco jurídico común para lograr el acceso equitativo a los mercados culturales, a la comunicación e información en línea, que incluya el combate al tráfico ilícito de bienes culturales, arqueológicos e históricos, para conseguir su debida protección y consecuente restitución, sin dejar de promover la diversidad cultural y lingüística, los derechos de propiedad intelectual y la formación en libertad de nuevos artistas.

Si relegamos la cultura, si no la ponemos en el centro, no habrá paz ni desarrollo sustentable. Es ahí donde podemos construir un mundo más justo y equitativo, reducir las desigualdades respecto de las mujeres, los jóvenes, los niños, los pueblos y comunidades indígenas, los afrodescendientes, las personas con discapacidad o en condición vulnerable. Si logramos un anclaje sistemático de la cultura en las políticas públicas, desde la educación y el empleo, podremos hacer de ella un motor para la resiliencia, la inclusión social y el crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental y la igualdad de género. Son palabras mayores.

@JAlvarezFuentes Coordinador de la Unidad de Estudio y Reflexión de Cultura y Cooperación del COMEXI

Participación en el Siglo de Torreón