Fecha Publicación: 28-07-2021
Antes de ser afectados por el Covid-19, el mundo vivía el momento más avanzado en su desarrollo global. Los países del globo entero se unieron para buscar soluciones contra el cambio climático y aprobaron una agenda común de desarrollo que, entre otras cosas, incluía por primera vez entre sus objetivos el lograr establecer sociedades que vivan en paz, con justicia e instituciones sólidas.
Más niños llegaron a tener acceso a escuelas y servicios médicos que en cualquier momento de la historia. Las comunicaciones globales de bajo costo por medio de las redes sociales han dado voz a muchos y parecería disminuido la distancia entre los continentes. Por supuesto aún enfrentamos muchos retos, los cuales se exacerbaron con la llegada de gobiernos nacionalistas en varios países, pero algo que aun sorprende es que en el año 2021 siga existiendo la esclavitud.
Como todo 30 de julio, hoy conmemoramos el día mundial contra la trata de personas. La trata no es sino la versión actual de la esclavitud. Aquella que en México abolió primero Hidalgo, luego Morelos en los Sentimientos de la Nación y finalmente Guerrero en 1829. Ese mal que la revolución francesa dictaminaba terminado bajo el precepto de igualdad, o que en Estados Unidos la victoria de la Unión sobre la confederación del sur suponía haber desterrado. Ese mal ha resultado ser sumamente resistente adaptándose a nuevas realidades de un mundo interconectado.
La trata de personas afecta a millones de personas en el mundo entero. Según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD) en 2018 el 50% de las víctimas sufrieron de explotación sexual, en su mayoría mujeres, 38% de explotación laboral, y 12% son explotados con otros propósitos como ser obligados a robar, traficar drogas o mendigar para juntar dinero que sus captores reciben. En ciertos casos también reportan la trata con el fin de extracción de órganos humanos para el mercado negro.
Si bien algunas víctimas son secuestradas y obligadas a realizar estas labores, en la mayoría de los casos las víctimas son engañadas con excelentes ofertas de trabajo, o por supuestos amigos o amantes que conocen por internet o personalmente. La historia desafortunadamente se repite, después de aceptar una propuesta de trabajo o de viaje, la víctima llega a una ciudad desconocida donde se le informa que en lugar de trabajar como mesera tendrá que atender a los clientes de un prostíbulo, o que en lugar de estudiar en un colegio deberá trabajar de manera forzada en una granja o barco pesquero. A las víctimas les retiran sus pertenecías incluidas cualquier identificación y son amenazadas explicándoles que cualquier intento de escapar dará lugar a retribución violenta contra su familia. Pero como la esperanza es lo último que se pierde y con el fin de mantener el control sobre la víctima, el explotador le dice a esta que tiene una deuda por los costos que el criminal ha incurrido, la cual deberá saldar para recuperar su libertad. Estas “deudas” de cantidades exorbitantes por supuesto se convierten en “deudas eternas” similares a las tiendas de raya donde los esclavos de las haciendas gastaban sus miseros ingresos, siempre al pago de deudas imposibles de cubrir.
La pandemia del Covid-19 no ha hecho mas que agravar el problema. El incremento del desempleo y crecimiento de deudas, aunado al mayor tiempo que las posibles víctimas pasan en internet, según el Gobierno de las Estados Unidos, ha dado lugar a un incremento de la trata y tráfico de personas. Además de que las víctimas de trata no suelen tener acceso médico o a medidas para prevenir el virus.
Con el fin de atender este gran reto, la comunidad internacional adoptó hace 21 años el Protocolo para Prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños que complementa la Convención de la ONU contra la Delincuencia Organizada Trasnacional. Hoy en día, según la ONUDD, el 95% de los países signatarios han establecido regulaciones nacionales para atender la trata de personas. Sin embargo, a nivel global hay pocas personas condenadas por este grave delito.
La participación de todos es necesaria para detener la trata de personas. Debemos ser conscientes de su existencia y reportar posibles casos.
Es desafortunado, pero si bien los Sentimientos de la Nación mexicana, la universalidad de los preceptos rectores de la revolución francesa, y la envergadura de la guerra civil de los Estados Unidos, convirtieron a la esclavitud en un acto criminal, no pudieron desaparecerla. A lo largo del continente americano, Europa, Asia, África y Oceanía, la esclavitud sigue existiendo en pleno 2021.
Miembro Distinguido del Stimson Center y Asociado COMEXI
@dondisch