Fecha Publicación: 07-09-2022
Desde hace 15 meses los países parte del llamado (informalmente) acuerdo nuclear iraní buscan renovar el instrumento, a pesar de que en varios momentos la negociación ha estado a punto de fracasar. Los repetidos intentos de llegar a un consenso muestran un claro interés por mantener aquel ordenamiento legal. Pero… ¿Por qué Joe Biden busca tan interesado revertir la salida de Estados Unidos del acuerdo? ¿Por qué, con todo y una retórica y política provocadora, Irán también se muestra firme en concretar un arreglo?
Los temas de mayor desacuerdo en las conversaciones pudieran dar pista de los motivos e intereses que llevarían – especialmente a Irán y Estados Unidos – a no permitir que el esfuerzo hacia un posible arreglo expire.
Por una parte, Irán busca que el presidente Biden elimine las sanciones económicas vigentes y que garantice la no reimposición de estas medidas bajo otra administración en el futuro. Por otro lado, Estados Unidos intenta que los recientes avances del programa nuclear iraní retrocedan y que, de ese modo, ese país no sea más – parcialmente – una amenaza a su seguridad, por lo menos en términos nucleares.
Intereses convergentes
Cuando Ebrahim Raisi alcanzó la presidencia iraní hace un año se pensó que, dadas sus declaraciones previas y pertenencia a un grupo político opositor al pacto, ya en el poder se resistiría a la renovación del acuerdo. Con todo, el mandatario conservador se mantiene en la negociación.
Entre las posibles explicaciones a su “inesperada” actitud se encuentra la crisis económica de los últimos meses en el país y las protestas que ésta ha generado. Aunque ahora mismo la emergencia disminuyó, el acceso a inversiones extranjeras y la posibilidad de exportar productos iranies, luego de la reactivación del instrumento legal y cese de las sanciones, son incentivos difíciles de ignorar. La restitución del acuerdo podría impactar positivamente en la población y reducir la presión popular sobre el gobierno.
Para Irán la necesidad de llegar a un acuerdo parece un objetivo claro pues trascendió, sin ninguna confirmación oficial hasta ahora, que los negociadores iranies retiraron algunas de sus principales demandas; entre ellas, la eliminación de la designación como grupo terrorista a la Guardia de la Revolución Islámica – grupo militar de elite que se encarga de proteger la organización actual del Estado –.
Esta y otras cuestiones no permitían avanzar en la formalización del pacto, de ahí que, su supuesto retiro de la negociación manifestaría el interés genuino desde Irán de llegar a un acuerdo como sea posible, motivado por posibles beneficios económicos.
Por otra parte, para Estados Unidos se volvió urgente la reducción de amenazas internacionales frente a la escalada de tensión con China y Rusia. Por eso la necesidad de que Irán se comprometa a revertir los recientes avances sobre su programa nuclear y, de este modo, disminuir los riesgos a la seguridad nacional estadounidense, e incluso internacional. Con el acuerdo no sólo se busca acabar con la capacidad iraní de acumular material necesario para un arma nuclear, sino también limitar sus capacidades técnicas y de conocimiento requeridas para una hipotética construcción en el futuro.
Cambio de condiciones
La importancia de la firma del acuerdo en 2015 se sostuvo en el ingreso de Irán al sistema económico mundial a cambio de desmantelar sus capacidades nucleares y así reducir riegos internacionales, principalmente para Estados Unidos. A cambio, Irán se comprometió a permitir un régimen de vigilancia internacional sobre su programa nuclear que asegurara el respeto a sus compromisos.
Aunque mucho ha pasado en estos años, lo cierto es la fórmula en la que descansa la negociación continua relativamente estable. Por eso, mientras no se alteren las variables de esa ecuación es posible que la necesidad de un acuerdo entre ambos países continue vigente. Sin embargo, lo que sí puede cambiar son las condiciones nacionales e internacionales en las que se desarrolla esa correspondencia.
Las partes se aferran al consenso, pero el tiempo para alcanzarlo se agota.
Por un lado, en Irán grupos opositores al acuerdo podrían presionar al punto de radicalizar la posición oficial y que el país deje la negociación. Además, muy pronto en Estados Unidos los asuntos electorales serán determinantes. El presidente Biden podría encontrarse tentado a no firmar un nuevo acuerdo con Irán frente a la presión electoral. Los incentivos coyunturales que por ahora mantienen vivas las negociaciones podrían cambiar y llevar a que, finalmente, el nuevo marco legal no se concrete, si no se hace lo antes posible.
*Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) “África, Medio Oriente y el Sudeste Asiático”. Investigador del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Internacionalista por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM. Twitter@DavidHdzLpz
Participación en El Sol de México