Fecha Publicación: 02-09-2022
Una nueva guerra ensombrece a Europa, en un momento de debilidad institucional generalizada y de cuestionamientos a los modelos económicos y democráticos imperantes. Junto con ello, y como signo de nuestros tiempos, existe también una guerra mediática, donde cada una de las partes en conflicto trata de imponer su narrativa a toda costa, despreciando a la diplomacia y dejando escaso margen a la medianía.
La guerra de narrativas en torno a la guerra en Ucrania también ha llevado a posiciones exacerbadas, que han ido desde la pretensión de anular la historia soviética, las letras de León Tolstói y las partituras de Tchaikovsky, hasta la propuesta de cancelar las visas a los ciudadanos rusos.
En esta nebulosa, y aunque para consumo doméstico, también hemos sido testigos de duras críticas, tanto a la instalación del Grupo de Amistad México-Rusia, como a la visita de cuatro legisladores mexicanos a Ucrania. La primera obedeció a un acto meramente protocolario y la segunda a una visita que, a título individual, hicieron algunos diputados en solidaridad con Ucrania. Sin embargo, ni un evento ni el otro representan, en sentido estricto, la posición institucional de la Cámara de Diputados del Congreso mexicano.
Debemos aceptar que, en un contexto democrático, ambos actos tienen cabida en un espacio que, por otro lado, permite la pluralidad de voces, intereses y posturas. Eso es lo que caracteriza a la representación ciudadana en nuestro país y, por ese solo hecho, sobredimensionar lo que los diputados hacen, por deber y por derecho, está de más.
Se ha dicho mucho sobre aquellos episodios, pero nada sobre la posición formal de la Cámara de Diputados frente al conflicto de Ucrania, en ejercicio de las atribuciones de diplomacia parlamentaria que le corresponden.
El 30 de marzo de 2022, la Comisión de Relaciones Exteriores, en sesión ordinaria, y con la participación de todos y cada uno de los grupos políticos representados en la Cámara de Diputados aprobó, por unanimidad, el dictamen con punto de acuerdo por el que se exhorta a un alto el fuego inmediato en Ucrania, se condena el uso de la fuerza, se apela al cumplimiento del Derecho Internacional y se expresa la preocupación por las violaciones a los derechos humanos en este y otros conflictos armados, como en Palestina, Yemen, Siria, Myanmar, Etiopía y Afganistán.
Lo anterior, en congruencia con la posición que el Estado mexicano ha mantenido frente al conflicto, tanto en la Asamblea General de las Naciones Unidas, como en su Consejo de Seguridad y que, cabe decir, ha sido clara y determinante.
No está de más recordar la frase que se le atribuye a Lord Palmerston, ante la Cámara de los Comunes de Reino Unido: “Las naciones no tienen amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes”.
POR LUIS ANTONIO HUACUJA ACEVEDO INTEGRANTE DE LA UNIDAD DE ESTUDIO Y REFLEXIÓN DEL COMEXI SOBRE LA CRISIS RUSIA-UCRANIA Y SUS CONSECUENCIAS, COORDINADA POR RINA MUSSALI. ESPECIALISTA EN ASUNTOS EUROPEOS. CANDIDATO A DOCTOR EN DERECHO E INTEGRACIÓN EUROPEA POR LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA. PROFESOR DEL POSGRADO DE LA UNAM
Participación en El Heraldo de México