Fecha Publicación: 01-02-2025
Declaración de la Junta Directiva del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
(COMEXI) Ciudad de México.- El anuncio realizado hoy por la administración del presidente Trump de imponer un arancel del 25 por ciento a todas las importaciones provenientes de México y Canadá constituye un acontecimiento sumamente preocupante para quienes hemos trabajado con esmero en favor de una cooperación y prosperidad compartida en América del Norte. Las economías de nuestros tres países están profundamente interconectadas. Cuando el presidente Trump habla de poner a “Estados Unidos primero”, es fundamental recordar que la prosperidad estadounidense se ve reforzada, y no amenazada, por el éxito de sus vecinos más cercanos. Si México y Canadá se ven debilitados, la industria, la inversión y el bienestar de los consumidores estadounidenses también se verán directamente afectados. Durante décadas, nuestras naciones han construido la asociación regional más avanzada del mundo. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)—negociado bajo la primera administración del presidente Trump—fortaleció esa asociación al establecer normas modernas en materia laboral, protecciones ambientales y mecanismos de resolución de controversias. Estos compromisos ya han impulsado reformas laborales históricas en México y brindan protección a los productores estadounidenses al asegurar un acceso equitativo a los mercados. La imposición de aranceles de manera unilateral va en contra tanto del espíritu como de la letra de este acuerdo comercial, el cual contempla vías claras para resolver disputas sin recurrir a medidas punitivas unilaterales. La repentina imposición de aranceles al margen de ese marco transmite una señal de discordia, falta de predictibilidad y ausencia del estado de derecho lo que podría ahuyentar las inversiones y la colaboración que el T-MEC buscaba promover. Además, esta medida podría resultar contraproducente para el objetivo declarado del presidente Trump de fortalecer a Estados Unidos. Elevar aranceles a dos de los principales socios comerciales del país aumentará los costos de las empresas estadounidenses que dependen de cadenas de suministro transfronterizas, lo cual encarecerá los precios para los consumidores nacionales. Las posibles represalias de México y Canadá añadirían más barreras a las exportaciones estadounidenses dirigidas a esos mercados clave, afectando sectores como el agrícola y el manufacturero, que dependen de un comercio abierto. Estas fricciones ponen en riesgo las cuatro décadas de estrecha colaboración que han convertido a América del Norte en uno de los bloques económicos más competitivos del planeta. Más allá de lo económico, la seguridad, la migración y la salud pública demuestran lo estrechamente ligadas que están nuestras perspectivas de futuro. La capacidad para afrontar desafíos compartidos—desde combatir el narcotráfico y la violencia de los cárteles hasta gestionar las necesidades de la fuerza laboral—depende de un entorno de cooperación. Los aranceles unilaterales socavan la confianza necesaria para esa colaboración. En definitiva, si Estados Unidos aspira a mantener un papel de liderazgo en los asuntos mundiales, necesita socios estables y prósperos, no vecinos distantes. Por ello, instamos a la administración del presidente Trump a reconsiderar esta decisión. Los tres países deben estar dispuestos a entablar un diálogo, a utilizar los procesos de resolución de controversias establecidos por nuestros acuerdos comerciales vigentes y a reforzar los lazos de respeto y amistad que nos unen desde hace tanto tiempo. Una asociación norteamericana sólida es la vía más segura para lograr una prosperidad económica y una seguridad duraderas para todos. Trabajando juntos, nos aseguramos de que los intereses de cada nación—incluidos los de Estados Unidos—se promuevan verdaderamente