El viernes 3 de abril de 2020 el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) sostuvo la tercera edición de la serie "Quarantine Webinars". En esta edición denominada "Economía global: la otra emergencia" el Dr. Alejandro Werner, Director del Hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional, analiza el panorama de la economía internacional ante la crisis generada por la pandemia de COVID-19, al igual que los principales riesgos que enfrentan los países y cómo enfrentarlos.
En este webinar participan también el Dr. Luis Rubio, Presidente de COMEXI y la Lic. Verónica Ortiz, Directora General de COMEXI.
La presentación inicia con una bienvenida del presidente de COMEXI, Luis Rubio, quien agradece la participación de Alejandro Werner. Introduce el tema explicando que el objetivo de éste es analizar el lado económico de la ecuación, dado que está sumamente ligado con el tema sanitario del COVID-19. Señala que es de gran importancia conocer cuál debería ser la respuesta del gobierno mexicano frente a la crisis actual que ha aumentado el desempleo en Estados Unidos a 10 millones de personas, frenando la actividad económica global. Mientras que los países tomaron acciones diversas, es importante identificar cuáles son algunos de los pronósticos que se plantean en los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Comienza entonces Alejandro Werner su intervención argumentando que es necesario comprender el complejo escenario en el que se encuentra el mundo antes de tomar medidas de rescate. Resalta que las acciones de salud son necesarias para ir construyendo una mejor capacidad de respuesta ante el contagio que permite regresar con mayor prontitud a la normalidad. Por ello, el motivo de la presentación es traducir las proyecciones de los analistas económicos para conocer el rumbo que tomará la economía global. Especifica que estas se centran en un escenario en el que los países logran aplanar la curva de contagio en un periodo de entre cuatro a ocho semanas y que, hacia finales del segundo trimestre del año, hay una liberación de las restricciones económicas.
El Dr. Werner continúa explicando que primero habrá una gran contracción económica durante el tercer trimestre, con una lenta recuperación en el cuarto. Se estima que la velocidad de esta recuperación sea intermedia y está calculada mediante un parámetro que considera a) lo que usualmente tardan las economías en salir de un desastre natural (que es rápida debido a la reconstrucción, así como a un impulso de la demanda agregada) y, b) el lento reinicio que se asemeja a lo que se vivió en 2008. En el segundo caso, es poco probable que tome tanto tiempo puesto que, durante la crisis global, el mundo tuvo la necesidad de reparar un sistema bancario muy dañado y la necesidad de arreglar los desbalances financieros que tenían tanto los países como las empresas multinacionales.
A pesar de que se estima una recuperación intermedia, los efectos serán muy profundos, afectando las hojas de pago de las empresas y las familias, así como una contracción global estimada en 2%, cuando en 2008 fue de 0.1% y en 1982 con la crisis del petróleo de 0.6%. Por un lado, las economías avanzadas tendrán una contracción de entre 4 y 4.5% mientras que por otro las economías emergentes podrían sufrir depreciaciones de hasta el 7% en lo que resta del año. Estas proyecciones, aclara Werner, sólo se podrían cumplir si hay una respuesta eficaz para evitar un rebote en la enfermedad.
Asimismo, la crisis se intensificó por los sucesos en el mercado petrolero, donde hubo una corrección en el precio del petróleo que fue inferior a la que se podía justificar por la revisión de perspectivas económicas. Este factor generó más volatilidad en el sector financiero. Del mismo modo hay una transformación importante en los mercados de riesgo por el tamaño de operaciones que se están realizando y por el retiro de vehículos de inversión con menor seguridad al que se enfrentan las instituciones financieras; éstas a su vez se deshacen de estas operaciones de alto riesgo.
Lo anterior, continúa Werner, llevó a que la Reserva Federal de EE.UU. (FED) sea mucho más agresiva en sus acciones con el objetivo de proveer mayor liquidez; ésta es una de las medidas adecuadas que ha tomado el gobierno estadounidense. Otras son la apertura de ventanillas creadas durante la crisis financiera global de 2008 para generar mayor estabilidad en los mercados de deuda municipal, hipotecas, deuda corporativa y otros mecanismos con la finalidad de otorgar créditos a empresas de una forma más directa, con menor burocracia de por medio. Esto añadido a que el Congreso aprobó un paquete económico por 2 billones de dólares, que tendrá un efecto importante para las familias y empresas tanto pequeñas como medianas. Por su parte, el Banco Europeo también tomó medidas similares a las de EE.UU., con buenos resultados.
Casos como el anterior, explica, son ejemplo de que el Estado debe actuar como el gran asegurador de las economías, debido a que pueden actuar con más flexibilidad. Esta última se consigue con bajas tasas de interés y una estrategia coordinada con sus empresas. Por ello, es mejor cometer el error de “gastar de más”, a no haber cubierto todos los riesgos.
América Latina, argumenta Werner, se verá aún más afectada por su dependencia al turismo y las remesas, así como una importante salida de capitales. Esta última se acumuló durante los seis meses anteriores al COVID-19 y desde entonces se percibía en muchos países latinoamericanos pérdidas en su valor monetario. A esto debe agregarse la caída de la demanda y el fallo de pago de créditos que, sincronizados en la región, generarán la peor crisis para América Latina en 60 años. Otros factores que contribuyen a la crisis son el bajo crecimiento económico de la región por falta de inversión (como es el caso de México), pero también a que muchos Estados como Argentina, Ecuador y Venezuela ya se encontraban en una crisis de balanza de pagos.
Sin embargo, es importante destacar que un elemento positivo son las grandes reservas internacionales que tienen estos países, mismas que pueden utilizarse para estabilizar las monedas o compensar pérdidas del Estado en mercados de riesgos. Por ejemplo, Brasil cuenta con $400 mil millones de dólares, México con $190 mil millones, Perú con $70 mil millones y Chile con $60 mil millones; lo que indica que las economías aún tienen ahorros para enfrentar cualquier emergencia financiera. También cuentan con una baja inflación y sistemas monetarios que, aunque tienen dificultades, sí funcionan.
Bajo este panorama, Werner prosigue a describir cómo debe ser la respuesta de los países emergentes ante la crisis. Primero, en la parte monetaria, las economías emergentes deben aprovechar que cuentan con sistemas sólidos de flotación de del tipo de cambio que les permite ajustar la moneda en caso de necesitarlo. A su vez deben evitar que las presiones inflacionarias afecten a una población vulnerable. Para ello, los bancos centrales cuentan con un espacio amplio para bajar las tasas de interés lo que les permitiría operar con menos restricciones; aunque sí deberán tener precaución de no provocar incertidumbre y volatilidad a largo plazo.
Segundo, los bancos centrales tendrán que empezar a operar en mercados en los que nunca lo habían hecho, porque dada la naturaleza de la crisis deberán encontrar formas de obtener recursos al frenarse toda la actividad económica. En tercer lugar, en la parte financiera hay una lógica de poner en operación la postergación de pagos de deuda durante tres o cuatro meses, lo que les permitiría tomar decisiones más agresivas. Finalmente, en el área fiscal, los mercados emergentes deberán actuar de forma clara en el apoyo a trabajadores y familias, dando apoyo a quienes pierdan ingresos durante estos momentos, incluso si forman parte de la economía informal. Las pequeñas y medianas empresas también deben recibir esta ayuda, al igual que las grandes corporaciones; también destinando gran cantidad de recursos al sector de salud, tanto pública como privada.
Werner explica que mientras más se fortalezca el marco fiscal de mediano plazo y se garantice su estabilidad a los inversionistas, más capacidad de acción tendrán en el presente estas economías emergentes. Si los gobiernos les garantizan a sus financiadores tradicionales de su déficit, que en cuanto haya recuperación económica se retornará su inversión, entonces tendrán menos endeudamiento. No obstante, es necesario garantizar que esta deuda no seguirá creciendo, a través de legislaciones claras. En resumen, es necesario aprovechar los fondos soberanos, las reservas y otros mecanismos para tener capacidad de acción en el presente, ayudando así a las familias; pero teniendo garantía política suficiente a mediano plazo para no caer de nuevo en una crisis.
Una vez concluida esta primera intervención de Alejandro Werner, Luis Rubio abre el diálogo preguntando: ¿hay algún cambio de paradigma que se deba considerar para los factores del tipo de cambio y una reducción en la calificación de México al ser limitantes para que el gobierno actúe? Werner responde que en realidad es un paradigma que ya se vivía por la falta de inversión y confianza en la moneda. Resolver la calificación del país puede hacerse si hay un manejo adecuado de la crisis actual; la urgencia en realidad está en atender a la sociedad.
La siguiente pregunta es respecto a la economía informal y cómo se comporta frente a esta situación. La informalidad, contesta el Dr. Werner, provoca diferencias en la productividad y el capital humano con el que cuenta un país. Por ello, siempre es necesario promover la regularización de estas personas para que haya más capacidad de acción para el Estado. Sin embargo, en este momento de crisis se debe apoyar a las personas para evitar que crezca la informalidad y planificar programas a futuro que promueva el empleo formal. Este apoyo no sólo debe enfocarse en estas personas, sino que además debe darse a las corporaciones y así evitar que éstas quiebren. Una forma de hacerlo es mediante la compra de activos que después pueden recuperarse; es decir, no es un momento ni para castigar a los informales ni a las empresas.
Después se pregunta respecto al impacto de la pérdida de inversión antes y durante esta crisis, sobre todo porque ahora cuenta con un menor puntaje de las calificadoras. Werner explica que en realidad no puede haber una acción del gobierno como tal para atraer de nuevo la inversión, sobre todo porque los fondos y otros actores extranjeros ya no pueden invertir en México por mandato. En cuanto al impacto, se observará en la capacidad que tiene el sector público para financiarse.
Se le pregunta entonces acerca de cómo afectarán a la exportación el cambio de precios, oferta y demanda de los commodities y productos agrícolas. El Dr. Werner apunta a que el sector va a sufrir tanto por la caída de precios como por la reducción en la demanda real. Por ello, será importante dar estímulos al consumo de China de los productos agropecuarios mexicanos para la recuperación del sector.
Las siguientes preguntas son: ¿qué políticas deben hacerse para responder y recuperarse de esta crisis? Y, debido a la lentitud de respuesta de México, su economía se estabilizará en forma de “L” mientras que el resto del mundo lo hace en forma de “V”, ¿es correcta esta suposición y se podría transformar usando el fondo de contingencias del FMI? Werner argumenta que no se trata de una recuperación en “L”, sino que la curva de estabilidad puede tener una longitud y ángulo diferente dependiendo la economía. Lo que se está anticipando es una caída súbita al mismo tiempo que es muy prolongada, subiendo con lentitud. Por ello, el pronóstico es un retorno a datos de crecimiento positivos para 2021-2022.
Agrega que es muy probable que México se beneficie de la recuperación de Estados Unidos. Pero para conseguirlo se debe evitar la quiebra de pequeñas empresas y evitar amplio desempleo, que se consiguen con el Estado siendo el asegurador tanto de los emprendedores como de las grandes corporaciones. Añade que el gobierno mexicano cuenta con una línea de crédito por $60 mil millones de dólares con el FMI y no es necesario usar el fondo de contingencia, sino que ya se cuentan con los recursos, es cuestión de manejarlos bien.
Es decir, durante 10 años México ha pagado comisiones del fondo sin retraso, de donde dispone esta cantidad. Si se suman los $190 mil millones de reservas internacionales, se tienen márgenes importantes en el corto plazo.
Posteriormente se pregunta acerca de Estados Unidos: ¿Deberían ser preocupantes las medidas que tomó el gobierno estadounidense, ya que significa mayor deuda? Werner identifica dos tipos de manejo de deuda en este contexto: aquellos que tienen bajo nivel de deuda y por tanto pueden destinar recursos a otras actividades, o países que tienen el privilegio de que su moneda circule en todo el mundo. Estados Unidos es el segundo caso y cuando hay episodios de pánico los mercados financieros compran su deuda. Además, durante la crisis no se tienen que preocupar por garantizar la sostenibilidad financiera en el mediano plazo y los financiadores están dispuestos a financiar esta expansión de gastos, al mismo tiempo que se les da el privilegio de que en un futuro se hablará de cómo consolidar las finanzas públicas. Sucede lo mismo en la Unión Europea, por lo que indica que a menor rango de estabilidad se exigirán más garantías a futuro.
La siguiente pregunta que se hace está relacionada con el manejo de información: ¿en qué institución se apoya el FMI para revisar temas de contagios, curas y factibilidad datos? Werner responde que hay un estrecho diálogo entre todo el Sistema de Naciones Unidas, particularmente con la OMS. Sumado a ello hay un intercambio de información constante con la Universidad John Hopkins y el CDC de EE.UU.
Posteriormente se cuestiona cuáles han sido las acciones del FMI ante países en vías de desarrollo donde podría agravarse aún más la crisis. Werner describe que sí hay un movimiento importante de recursos para amortiguar el impacto de esta situación en los países más vulnerables. Ejemplo de ello son las 80 solicitudes de financiamiento bajo la línea de catástrofes naturales para aquellos que no cuentan con una línea de crédito.
La última pregunta que se hace es: ¿qué sucederá con organismos como el FMI después de la pandemia, considerando un momento que puede dar fuerza a los populismos? Alejandro Werner explica cómo el fenómeno del COVID-19 necesita de una infraestructura multilateral fuerte y un compromiso hacia la cooperación. Se trata de un momento en el que muchos actores, desde Estados hasta empresas, están dejando a un lado sus agendas particulares para salir adelante en esta situación. Concluye diciendo que se trata de una crisis sin precedentes, que nadie anticipó, pero que será una prueba de la importancia de las organizaciones como el FMI.
Elaborado por Alejandro Hernández Buen Abad