Fecha Publicación: 05-05-2022
Vivimos en un mundo basado en la confianza. Prácticamente toda actividad que realizamos día con día supone un grado mayor o menor de esta en los objetos que utilizamos, los procesos que experimentamos, o con las personas que convivimos.
Confiamos, por ejemplo, que al subir al automóvil y tomar la carretera no saldremos disparados apenas tomemos algo de velocidad sobre el asfalto. Asumimos que el vehículo se construyó de manera adecuada, que cumplió con todas las certificaciones necesarias, y que en su ensamblaje no hubo trampas que pudieran ponernos en riesgo.
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