Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2025-03-25 10:15

AGUA BINACIONAL: ¿SIGUIENTE CONTROVERSIA?

Publication Date: 12-03-2025

Con la administración de Trump, la relación entre Estados Unidos y México se ha centrado en la inmigración y la seguridad, pero existe un reto hídrico creciente que afecta a millones de personas en ambos países.

El aumento de las temperaturas, el uso excesivo de agua y la contaminación han provocado una mayor evaporación y sequías más intensas, lo que reduce los suministros de agua en la frontera. Esto esta vinculado con los flujos de agua de los rios fronterizos del Rio Colorado y el Río Bravo-Grande, así como de cantidades desconocidas de agua subterránea, lo que hace que la escasez de agua sea un desafío crítico.

Por un lado, el Río Colorado es una fuente de agua fundamental para más de 44 millones de personas en los EU y México, incluidas 29 tribus indígenas y más de 2 millones de hectáreas de tierras agrícolas. Debido a la sobreexplotación, solo el 10% de su caudal llega a México y, a menudo, se agota en el desierto. Por otro lado, el Río Grande abastece a unos 15 millones de personas, incluidas 22 tribus indígenas, en los EU y México, y riega más de un millón de hectáreas anualmente. Forma la frontera entre Texas y México, desembocando en el Golfo de México.

Al menos 28 acuíferos subterráneos también cruzan la frontera, pero se sabe poco sobre ellos. Muchos están sobreexplotados y contaminados, y la dependencia de ellos está aumentando a medida que disminuyen las aguas superficiales. La agricultura utiliza alrededor del 80% del agua subterránea en la región fronteriza, y el resto se destina a otros usos. Más de 10 millones de personas en la región fronteriza dependen del agua subterránea para uso doméstico. Comunidades como Ciudad Juárez y las ciudades hermanas de Nogales y Columbus, dependen total o mayoritariamente de estos acuíferos. De hecho, un tramo de 320 kilómetros del Río Grande, conocido como el “tramo olvidado”, a menudo se seca por completo durante todo el año. Más abajo, el río revive gracias a las aguas del Río Conchos, su mayor afluente.

El Tratado de Aguas de 1944 entre México y los EU formalizó el intercambio de aguas entre ambos países, tras 95 años de negociaciones, incluyendo 45 años de disputas y 50 de negociaciones específicas. Las diferencias sobre el uso de las aguas internacionales surgieron en 1848, tras el Tratado de Paz, Amistad y Límites. A principios del siglo XX, se reconoció la necesidad de un marco legal para regular el uso de estas aguas, lo que llevó a estudios conjuntos del Río Bravo/Río Grande y sus afluentes. La fase final de las negociaciones se inició en 1929, y la estructura jurídica del Tratado se diseñó entre septiembre y diciembre de 1943. El Tratado de 1944 estableció los derechos de México y Estados Unidos sobre los ríos Tijuana, Colorado y Bravo/Río Grande, buscando un uso más satisfactorio de las aguas mediante la cooperación.

De hecho, en 1889 se creó la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), como árbitro del Tratado. Esta organización binacional se encarga de resolver problemas relacionados con los límites y las aguas entre México y Estados Unidos. Está integrada por representantes de ambos países, cada uno con un Comisionado de ingenieros designado por su respectivo Presidente. Este es responsable de supervisar el cumplimiento del Tratado y de garantizar que se respeten los derechos de ambos países en cuanto al uso y distribución de las aguas internacionales.

El Tratado también establece cuotas específicas de agua para cada país y río. En el caso del Río Bravo, México recibe dos tercios del caudal principal, mientras que Estados Unidos recibe el resto, con un mínimo garantizado de 432 millones de metros cúbicos anuales. En cuanto al Río Colorado, Estados Unidos asigna a México 1,850 millones de metros cúbicos anuales. Una característica clave del Tratado es la flexibilidad que otorga a México en la entrega del recurso. Mientras que Estados Unidos debe cumplir con una entrega mensual fija, México tiene una cantidad establecida que debe cubrir en ciclos de cinco años, con la posibilidad de compensar cualquier déficit en el siguiente ciclo, siempre y cuando no se acumulen adeudos en dos quinquenios consecutivos.

La efectiva gestión del agua en la frontera entre los EU y México es un desafío complejo y urgente. Para garantizar un uso sostenible y equitativo del agua, así como para proteger los ecosistemas y las comunidades, es esencial que ambos gobiernos fortalezcan la cooperación y adopten medidas conjuntas para la conservación del agua, la eficiencia en el uso y la gestión integrada de los recursos hídricos.

El autor es Director de Desarrollo de Negocios en la Embajada de Israel en México. Egresado en Relaciones Internacionales con especialidad en Economía Global por la Universidad Anáhuac México. Integrante de la UER de Energía y Sustentabilidad del COMEXI.

*Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor.

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