Fecha Publicación: 24-02-2025
La inteligencia va buscando formas
de enfrentarse con los problemas.
Javier Rambaud
La memoria, ese aparente testigo frágil, tiene vida propia. De súbito nos trae recuerdos lejanos u oculta nombres, hechos, paisajes, que nos han sido sobradamente conocidos. Recordar no siempre resulta fácil y esto pasa en todas las edades. Es verdad que hay personas que registran todo y lo pueden relatar como si fuera en tiempo real; hablan con veracidad y detalle ocurrencias de décadas, pero son los menos, incluso excepcionales.
¿Es caprichosa la memoria? Creo que es un ente sabio que hace olvidar lo innecesario o indeseable y recodar lo útil y conveniente. Cada uno de nosotros registra hechos de manera diferente; digamos que su aparato fílmico adopta ángulos distintos y ello causa que varias personas que presencien un mismo acontecimiento, puedan tener versiones distintas y que, con el transcurso el tiempo, ante los demás testigos, los puedan referir en forma desnaturalizada.
La historia es la memoria colectiva a través de la tradición oral, testimonios documentales y presenciales, con los sesgos de quienes la escriben. La diversidad del ser humano no admite que todos tengamos la misma visión e interpretación de acciones, acontecimientos y periodos históricos. Intervienen la educación, la cultura, las creencias y los prejuicios para modelar modos de pensar e ideologías. En síntesis, la calidad de la inteligencia.
Si somos diversos cómo es que se ha desarrollado la sociedad, podemos preguntarnos legítimamente. Primero, por la necesidad de sobrevivir como especie, luego por el sometimiento y enseguida por el acuerdo social. Lo anterior no significa que este proceso haya sido y sea gradual y sostenido. Ha habido retrocesos y han convivido todas las formas asociativas. Así podemos advertir la existencia de grupos tribales, dictaduras, monarquías absolutas y regímenes democráticos.
Pero cada una de las formas de convivencia tiene su contraparte expresada por el desacuerdo, independientemente del peso que pueda tener la disidencia. Es en el terreno de nuestro pensamiento en donde bullen las ideas y surge la aceptación o el rechazo y que suele impulsar acciones consecuentes, como lo han reflexionado desde filósofos de la antigüedad hasta contemporáneos. Por ello, el ser social es un ser en acción.
La acción necesita de la memoria en sus vertientes del conocimiento y la experiencia. El conocimiento es indicativo teórico y de comprensión; la experiencia, resultado de lo vivido por si o por otros. Hay un vinculo entre el pensamiento y la acción, que es la decisión, es decir, la voluntad. Las ideas sin acción son fumarolas que se pierden en el espacio; la acción sin ideas puede conducir al fracaso de los fines que se persigan. Luego entonces, se necesita la voluntad imbuida de carácter, para pensar, decidir y hacer.
La sociedad guerrerense vive mayoritariamente como un ser ahistórico, puesto que su experiencia en las luchas emancipadoras, su conocimiento del constante desgarramiento del tejido social y la falta de cohesión como sociedad y como sociedad y poder, no le provoca la voluntad para cambiar su lastimosa realidad; realidad en la que el tiempo se congela para seguir inmovilizada en la subordinación, el atraso y el abuso del poder público.
Es importante y urgente que el Estado de Guerrero deje de vivir en un pasado que se hace presente y un futuro incierto.