Fecha Publicación: 21-01-2025
Se está formando una bola de nieve de problemas nacionales. Lo que hace única esta
coyuntura es que se han combinado problemáticas internas con aquellas propiamente
externas. Estamos haciendo las cosas al revés, y las consecuencias ya las estamos
comenzando a pagar. Esto solo comienza.
Las últimas tendencias económicas marcan un escenario preocupante. La inversión
extranjera directa nueva en el país está en su peor nivel en los últimos veinte años. De
acuerdo al CEESP, el nearshoring no ha sucedido, ya que desde finales de 2023 la
actividad industrial ha tenido una tendencia a la baja. Por otra parte, el empleo tuvo su
mayor descenso en diciembre desde que se tiene registro, en 1997. Y, de acuerdo al
Banco de México, el 77% de los especialistas en economía del sector privado espera
que el contexto para hacer negocios empeore en los siguientes seis meses. Por todo lo
anterior, no resulta raro que la firma de inversiones Franklin Templeton haya
declarado que, aunque la calificación crediticia de México está un escalón arriba del
grado especulativo, ya se está cobrando la colocación de nueva deuda con intereses en
grado especulativo.
La problemática externa del país es Trump: México envía el 83% de sus exportaciones
a Estados Unidos, lo que representa el 30% de la economía nacional. Sin embargo, las
problemáticas internas que enfrentamos son enormes y de nuestra propia creación.
Primero, hemos achicado el tamaño del Estado mexicano, de por si delgado: de tener
16% de trabajadores de confianza en la administración pública federal en 2018,
hemos pasado a 6% en 2024. Está en curso la reforma judicial más retrógrada en la
historia de la democracia liberal, lo que augura el fin de la independencia de un poder
de la Unión y su captura por parte de un partido político. Y el Tribunal Electoral está
cooptado por un partido dominante que aspira a la hegemonía, además de venir una
reforma electoral que promete terminar finalmente con lo que queda de
independencia en el INE.
Es el camino a la locura, porque va en contra de todo lo que sabemos que funciona. El
politólogo estadounidense Francis Fukuyama, en su obra maestra titulada “Los
Orígenes del Orden Político”, afirma que son tres los pasos que todos los países
desarrollados han logrado para alcanzar sus niveles de bienestar: primero, un Estado
fuerte; segundo, un estado de derecho eficaz; y tercero, rendición de cuentas a través
del voto. Pues en todos hubo retrocesos significativos bajo López Obrador, que
Claudia Sheinbuam ha continuado al pie de la letra: deterioro del Estado, destrucción
del poder judicial, y cooptación de las instituciones electorales.
Comienza el sexenio claudista, y comienzan ya a asomarse problemas severos. Le
echarán la culpa a Estados Unidos, pero seremos nosotros fundamentalmente los
autores de lo que está por venir. Si la presidenta y Morena insisten en el curso, lo
único que vendrá será lo opuesto al título del libro de Fukuyama: desorden político.