Fecha Publicación: 07-01-2025
El reportaje en el New York Times acerca de cómo funcionan los laboratorios de fentanilo en Sinaloa pudo haber pasado casi desapercibido, como suele suceder con las notas que se publican en interiores entre la Navidad y el Año Nuevo. Colocado en un espacio poco llamativo, no había encontrado mayor resonancia hasta que —como suele suceder— se la dimos en México.
No bastaron los airados desmentidos desde el gobierno federal, no. La misma presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, entró con toda fuerza al tema. El objetivo gubernamental era claro: demostrar la imposibilidad de que un laboratorio tan casero y rústico pudiera fabricar una droga tan letal y políticamente tóxica.
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