Fecha Publicación: 09-12-2024
Se atribuyen a Porfirio Díaz las frases “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos,” y “Entre México y Estados Unidos, el desierto.” Ambas reflejan los sentimientos de la mayoría de los mexicanos que vivieron en la segunda mitad del siglo XIX. Normal. México había perdido la mitad de su territorio frente a su vecino del norte.
Menos conocido es el hecho de que, entre 1881 y 1882, cuando dejó a su compadre Manuel González en la presidencia, Díaz viajó a Estados Unidos en compañía de su segunda esposa, Carmen Romero Rubio. Visitó Nueva York, Filadelfia, Chicago, y Washington, entre otras ciudades. Seguramente le impresionó su prosperidad. Pero, más importante aún, en ese viaje tuvo que aceptar la idea de que México y Estados Unidos estaban destinados, inexorablemente, a convivir uno junto al otro. Pudo comprobar que la geografía es un factor determinante en el destino de cualquier nación. Desde fines del siglo XIX, todo el siglo XX, y hasta el día de hoy Estados Unidos se mantuvo como el principal destino de las exportaciones mexicanas. Lo mismo le ocurrió a Canadá.
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