Fecha Publicación: 26-11-2024
Cuando a finales de los años ‘80 del siglo pasado, el presidente Carlos Salinas hizo un viaje de trabajo a Europa en busca de nuevos mercados e inversiones, se topó con que la caída del Muro de Berlín, y por lo tanto de la Cortina de Hierro, había cambiado por completo las prioridades europeas.
Más allá de España, que siempre ha tenido interés y apetito por el nuevo mundo, las grandes y medianas potencias europeas estaban enfocadas a cómo integrar -o absorber, en el caso de Alemania- a sus vecinos orientales, ansiosos por descubrir las mieles del capitalismo y la democracia liberal.
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