Fecha Publicación: 25-11-2024
A partir de la decisión de Biden de autorizar a Kiev el uso de misiles balísticos de largo alcance estadounidenses para atacar a Rusia en su territorio, ha sucedido una serie de efectos, como reacción en cadena, que naturalmente tienen a una parte importante del globo preocupada. Rusia, como ya se esperaba, consideró la decisión de Biden (y el posterior ataque con misiles ATACMS por Ucrania) como una medida escalatoria. Ya Moscú había anunciado que, si EU daba ese paso, el Kremlin consideraría a terceros países que armaran a Ucrania como partes beligerantes involucradas; que modificaría su doctrina nuclear para reducir las condiciones que ameritarían una represalia atómica por parte de Rusia y que respondería ante cualquier agresión como Moscú lo estimara adecuado. En seguimiento a dichas advertencias, Putin ha firmado ya esa nueva doctrina nuclear y se ha activado una guerra de nervios como ha sucedido en otros momentos. Ante el panorama que señalo, no obstante, se necesita efectuar un análisis lo más equilibrado posible, el cual por una parte no sobrestime, pero que por la otra tampoco minimice los riesgos que existen. En el texto de hoy buscamos aportar a esa discusión.
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