Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2024-12-05 01:30

TRUMP: LOS LÍMITES

Publication Date: 11-11-2024

Trump será presidente por segunda vez. Ganó todo. Su movimiento MAGA (Make America Great Again), se apoderó del escenario político. Ganó el Senado y se perfila para retener el control de la Cámara de Representantes, con lo que muy probablemente alcance la temida “trifecta”: control simultáneo de la Casa Blanca, el Senado y la mencionada cámara.

También domina la Suprema Corte de Justicia, como se evidenció en julio pasado, cuando ésta le concedió inmunidad casi absoluta en sus actos como presidente. En su segundo mandato, que iniciará dentro de dos meses, podrá dictar, casi a su antojo, las políticas públicas en su país y, a través de los fondos federales, orientar muchos programas a nivel estatal y local.


Igual que en 2016, cuando Trump fue electo por primera vez, abundan los pronósticos catastrofistas de lo que representará su segundo mandato para el mundo, especialmente para sus aliados europeos y asiáticos, para la OTAN, para Ucrania y sí, para México.

El retorno de Trump confirma que una parte muy significativa de la población estadounidense reclama a su gobierno menor involucramiento en las crisis mundiales, y mayor atención a la situación interna.


Demandan aislacionismo geopolítico y proteccionismo económico. Es una postura que ha estado presente en toda la historia de Estados Unidos. Se remonta a George Washington quien, en su discurso de despedida de 1796, aconsejó a sus sucesores evitar "alianzas permanentes" y conflictos con otros países, sobre todo con Europa.

Durante todo el siglo XIX, nuestro poderoso vecino se enfocó en su expansión hacia el oeste (del que México fue víctima), y en el crecimiento económico interno, basado en el proteccionismo. En 1919, el Senado rechazó el ingreso a la Liga de las Naciones y, durante los años 30, aprobó “leyes de neutralidad” para mantener al país fuera de los conflictos en Europa y Asia.

El aislacionismo se mantuvo hasta los ataques a Pearl Harbor en 1941. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en superpotencia global, asumiendo un papel hegemónico, convirtiendo al dólar en la divisa mundial, y dando forma a la columna vertebral de la gobernanza global, con organizaciones como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Hoy, el instinto aislacionista y proteccionista lo encarna Trump. China, no México, es la verdadera amenaza a la posición hegemónica de la que ha disfrutado Estados Unidos en las últimas ocho décadas. La conexión económica con nuestro país es muy profunda. Miles de empresas estadounidenses tienen inversiones en México. Somos el principal socio comercial de Estados Unidos, con un comercio que el año pasado superó 780 mil millones de dólares.

Más de cinco millones de empleos en ese país dependen de las exportaciones a México. No se pueden disminuir esos vínculos por decreto, vía aranceles, sin infringir grandes costos a las empresas estadounidenses y a sus consumidores.

Sin duda, Trump hará esfuerzos para redirigir las inversiones hacia su territorio, en particular en el sector automotriz, pero hay límites por el costo mucho más alto de la mano de obra en Estados Unidos. Imponer aranceles generalizados al mundo entero, y en particular a su principal socio comercial, desataría la inflación, como ya se lo advirtieron 16 premios Nobel de Economía en julio pasado.

Si persiste, podría desatar una escalada arancelaria global, como la de los años 30 del siglo pasado, que causó una gran recesión mundial.

Trump ha anunciado deportaciones masivas de migrantes, particularmente de mexicanos. Hay que tomarlo en serio. En ese país hay entre cinco y seis millones de mexicanos en situación migratoria irregular. Pero trabajan. Sectores enteros de la economía estadounidense dependen de los migrantes, con o sin papeles. Sobre todo, en la agricultura y los servicios. Las empresas en esos rubros no pueden prescindir de esa mano de obra sin tener un sustituto.

No hay duda de que Trump expulsará a cientos de miles, quizá millones de mexicanos durante su mandato. Pero lo mismo hicieron Obama, quien expulsó a casi tres millones en ocho años, y Biden, quien expulsó a más de dos millones en cuatro años. Trump no va a dejar sin trabajadores al sector agropecuario y los servicios en las grandes ciudades.

Sí habrá redadas. Las deportaciones nos impondrán una carga real, sobre todo en la frontera, para la que debemos prepararnos. También va a exigir más cooperación de México. Pero los sectores económicos afectados en su país le impondrán límites.

Trump es un negociador transaccional. Se puede llegar a buenos entendimientos con él. Para enfrentar su acendrado proteccionismo, México debe hacer lo que ha hecho muy bien en otras épocas.

Desplegar una diplomacia de excelencia en Estados Unidos, reactivando sus contactos con todos los actores económicos y políticos relevantes no sólo en Washington, sino en todo el territorio de nuestros vecinos. A diferencia de China, México no compite con Estados Unidos por la hegemonía global.

El regreso de Trump debe incentivarnos a promover más la inversión, la creación de empleos y el crecimiento económico en México, así como para combatir mejor al enemigo común: el crimen organizado en los dos países.

Es muy buena noticia que los contactos ya se iniciaron al más alto nivel entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el propio Trump. Seguramente, pronto se formalizarán los contactos entre sus equipos para atender la compleja agenda bilateral.

Publicación en El Heraldo de México