Fecha Publicación: 28-10-2024
1. El último ataque de Israel contra Irán no es un ataque “menor”, como de pronto se tiende a comentar. Tampoco es la primera vez que Israel ataca directamente territorio iraní, como también se ha difundido por algunos medios—apenas en abril Israel lanzó un ataque de represalia en territorio iraní tras el lanzamiento de drones y misiles por parte de Teherán en su contra. Lo que pasa es que, en efecto, aquella represalia fue mucho menor que la actual. Este último ataque israelí es la respuesta de ese país por el lanzamiento de más de 180 misiles balísticos enviados directamente por Teherán contra territorio israelí a inicios de octubre. A su vez, Irán lanzó aquel ataque como respuesta ante acciones israelíes como el haber asesinado al líder político de Hamás en Teherán cuando éste asistía a la toma de posesión del nuevo presidente iraní, además del asesinato del líder de Hezbollah, el mayor aliado de Irán en la región, lo que suma a la muerte, a manos de Israel, de varios generales de las Guardias Revolucionarias Islámicas iraníes en estos meses.
2. Lo que vemos entonces es una espiral acción-reacción, que, por ahora, está siendo relativamente contenida y espaciada en el tiempo. Hasta este punto, cada parte lanza una represalia o contra represalia dirigida a su enemigo tras varias semanas transcurridas de los hechos que motivan esas represalias. Pero nada de esto significa que los ataques deban ser minimizados o que sea adecuado llamarlos “menores”.
3. La realidad es que Irán e Israel están ya atacando sus respectivos territorios de manera directa y abierta, lo que no se había observado en la región hasta este punto. Es decir, la guerra entre estos países existe desde hace muchos años, pero se trataba de una guerra de “baja intensidad”, librada de formas no abiertas, a veces a través de terceros actores, o mediante actos de sabotaje y guerra híbrida. Por tanto, lo primero es reconocer lo delicado del momento que se vive.
4. Dicho lo anterior, dentro de los escenarios que había, Israel calibró su represalia para permitir que Irán considere seriamente la posibilidad de desactivar la espiral y, cuando menos, desescalar los ataques directos entre esos dos actores, evitando con ello, por ahora, una guerra mayor.
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