Fecha Publicación: 22-10-2024
Recientemente hice un viaje nacional, pisando el cada vez más decayente Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México (AICM). He tenido la oportunidad de viajar, y
nunca había visto tal sinrazón como la observada en mi reciente viaje. Una sinrazón
que mucho nos dice sobre el creciente papel que juegan las Fuerzas Armadas en el
país, y el ominoso, preocupante futuro que nos augura.
Nuevamente, el vuelo se retrasó: una hora y media de demora. Los retrasos parecen
ser la nueva regla del aeropuerto capitalino mexicano – pero no importa, porque los
mexicanos nos acostumbramos a todo. Tuvimos que trasladarnos hasta la zona
internacional para tomar un vuelo nacional. Durante el largo recorrido, hubo un olor
constante y pútrido de desechos humanos, otra nueva normal del aeropuerto
capitalino. Llegamos a la sala y los asientos estaban acordonados: reservados solo
para los pasajeros que viajan a Múnich, Alemania. Hay sillas vacías, mujeres de pie,
largas filas y un toque de caos por doquier. Alrededor de 15 marinos –no hay policías–
están revisando de nuevo todo el equipaje de todos los pasajeros que viajan a Múnich.
Los alemanes no entienden nada. Pregunto a un marino por qué la zona acordonada, y
no tiene respuesta.