Fecha Publicación: 10-09-2024
Morena desea reescribir las reglas del juego democrático a su favor. A diferencia de
Venezuela, donde en su momento hubo un amplio respaldo popular a favor del
chavismo, en México no existe tal apoyo popular a favor del morenismo. Y peor aún, la
destrucción de nuestra democracia se intentará llevar a cabo sin siquiera estar
representados millones de mexicanos que votaron el pasado domingo 2 de junio.
La representación política es el pilar fundamental sobre el que descansa la
democracia. Por eso, el nombre de democracia representativa: los ciudadanos eligen a
sus representantes, expresan sus voces a través de ellos cuando se formulan políticas
públicas y, cada determinado tiempo, van a elecciones donde reiteran o no su
confianza hacia ellos. Una razón fundamental de la Revolución Americana de 1776 fue
la falta de representación política: no taxation without representation. También fue
una razón crucial de la Revolución francesa de 1789. Y también lo fue para el primer
intento de Independencia en la Nueva España, en 1808.
Desde la reforma electoral de 1977, nunca antes en México existió una discordancia
tan grande entre por quienes votaron los mexicanos y quiénes ocuparán los asientos
legislativos en el Congreso de la Unión: en 2024 alrededor del 43% votó por la
oposición, pero la oposición ocupará únicamente alrededor del 26% de los escaños
legislativos. Desde la reforma electoral de 1996, nunca antes en México existió una
sobrerrepresentación tan abrumadora en la Cámara de Diputados: en 2006, la
sobrerrepresentación del PAN fue de 5.9%; en 2012, la sobrerrepresentación de la
alianza PRI/Verde fue de 8.2%; en 2018, la sobrerrepresentación de Morena/PT/PES
fue de 16.4%; y, ahora, la sobrerrepresentación de Morena/PT/Verde será de
alrededor de 20%. Desde la inauguración de la democracia mexicana, nunca partido
político alguno se empeñó en destruir la democracia mexicana haciendo uso de sus
mayorías parlamentarias, y tan completamente artificiales.
Millones de mexicanos no están representados en el Congreso de la Unión. Si en la
Cámara de Diputados es donde reside la voluntad popular, Morena y sus aliados solo
se han encargado de pisotearla. Porque a través del voto del pueblo, López Obrador
jamás obtuvo el mandato popular, las mayorías calificadas, para llevar a cabo la
destrucción del INE, del Poder Judicial y de la democracia mexicana. Si tan a la mala se
ha impuesto el presidente, Morena y sus partidos aliados, entonces, ¿por qué millones
de mexicanos que votaron en contra del proyecto autocrático morenista, y a quienes
les negaron representación legislativa, no se atreverían a tomar el Congreso de la
Unión?
Lo que intenta imponer López Obrador no es democracia, o el poder del pueblo, sino
autocracia: el poder por sí mismo. Si nos adentramos por ese camino, mientras dejan
sin representación a casi cuatro millones de mexicanos, lo mínimo que habrá será
inestabilidad política. Ahí está la historia.