Publication Date: 03-09-2024
“Ellos no eran ricos ni poderosos. Eran, verdaderamente, los olvidados de este
mundo.” La película Los Olvidados, de Luis Buñuel, retrataba el México pobre y
marginado de 1950. Después de más de medio siglo, en 2018 llegó el inevitable
terremoto político. Sin embargo, hoy en día parece que surge una nueva clase de
olvidados mexicanos. Llamémosles los olvidados políticos.
“La política es un negocio irracional, es psicológico, sentido y emocional. Y ser
ignorado es una invalidación, duele incluso si ese grupo tiene una política que
beneficia a su lugar y clase ... si no te ven, si no te hablan en formas muy directas, y van
contigo, ya sabes, visitar a ras de suelo…”. Esa es Sarah Smarsh, una intelectual
estadounidense de orígenes rurales y humildes que terminó por acudir a las mejores
universidades estadounidenses. Hablaba de Estados Unidos y Trump. Pero bien pudo
estar hablado de México y López Obrador.
En el país había sed de justicia social, y López Obrador la sació de manera importante.
Como comentó el académico Gerardo Esquivel, de 2008 a 2018 cien mil mexicanos
cayeron en la pobreza mes con mes. Pero de 2018 a 2022, cien mil mexicanos salieron
de la pobreza mes con mes. El presidente recorrió el país constantemente,
reuniéndose en las plazas públicas con millones de mexicanos. El jefe de Estado
mexicano confirmaba, reafirmaba, validaba su existencia. La gran ironía es que el
conjunto de políticas lópezobradoristas han traído –y seguirán trayendo– una
destrucción social y política considerables, y una mediocridad económica significativa
(en el mejor de los casos). Ningún jefe de Estado ha calumniado, denigrado y
vilipendiado a más mexicanos como el que hoy ocupa la silla presidencial.
¿Comienza a surgir en México la sed de justicia legal y política? Primero, hubo una
cuasi-elección de Estado como no se veía en décadas: una violación abierta y
sistemática a las leyes electorales, el uso de recursos públicos masivos para apuntalar
a la candidata favorita del presidente, y una enorme cargada de funcionarios públicos.
Después, se impuso una sobrerrepresentación que dejó sin representación a millones
de mexicanos: violando flagrantemente el espíritu de la Constitución, los
innumerables precedentes judiciales existentes, y la naturaleza de la representación
proporcional y la representatividad democrática. Finalmente, el país acabó con
mayorías artificiales autocráticas aplastantes: 54% del voto de Morena y aliados se
convirtió en 73% de los diputados y un número parecido de senadores, y el 46% de
los votos de la oposición acabaron en un minúsculo 27% de los asientos legislativos.
Ahora, esa mayoría artificial quiere acabar con el INE, el Poder Judicial y la democracia
mexicana.
Los olvidados del México pobre acabaron cimbrando al país. Vienen ahora millones de
mexicanos que no están representados políticamente ante las artimañas de Morena y
sus aliados. De una masiva injusticia social pasamos a una enorme injusticia legal y
política. ¿Qué seguirá?