Publication Date: 13-08-2024
Muchas personas, especialmente en los estratos de élite, ven a la política como un
proceso racional de decisiones. Sin embargo, repetidamente se sorprenden cuando
populistas altamente emocionales y poco racionales llegan al poder y, a pesar de todo,
continúan teniendo a millones de seguidores. Entre las emociones que generan un alto
arrastre popular está la dominancia, ciertamente, muy usada por López Obrador.
“La política es una competencia de dominancia, …”, declara M. Steven Fish, académico
de la Universidad de Berkeley. “…y el Sr. Trump es un ávido e implacable practicante
de ella”, continúa. Lo mismo podríamos decir del Sr. López Obrador: ¿alguien recuerda
cómo innecesariamente salió a recibir a la presidenta-electa Claudia Sheinbaum en
Palacio Nacional, rodeándola con su brazo y plantándole un beso en la mejilla? Difícil
pensar que fue afecto de un presidente que ha calumniado reiteradamente a las
madres-buscadoras, o de un presidente que se negó a recibir un beso de Javier Sicilia,
quien profesa la caridad cristiana y cuyo hijo fue secuestrado y asesinado. No fue
cariño hacia la presidenta-electa, sino un acto de falta de respeto y de alta dominancia.
Pero pedirles a los políticos –y más a los jefes de Estado– que no sean dominantes es
pedir lo imposible e indeseable. Por ello Steven Fish habla de una dominancia
autocrática, y una dominancia liberal: está última es aquella ejercida por líderes que
“obedecen la ley, dicen la verdad, y honran los valores liberales”, como Franklin
Roosevelt o Martin Luther King Jr., a quienes el presidente dice admirar. Sin embargo,
López Obrador no se puede encontrar más lejos de ellos. Porque sobran ejemplos de
cómo el presidente ha violado la Constitución y la ley, de cómo dice innumerables
mentiras sin reparo alguno, y de cómo se empeña en reemplazar el liberalismo en
México: la última, con su reforma para eliminar la independencia del INE, el Tribunal
Electoral, y el Poder Judicial.
“Los líderes de alta-dominancia moldean la realidad”, declara el autor. Abrazan el
conflicto, no juegan a la defensa y exhiben seguridad en sí mismos, inclusive, cuando
persiguen metas impopulares, afirma. Sin embargo, a diferencia de la dominancia
liberal, los líderes autocráticos crean realidades que no existen: los mexicanos votaron
por Morena en 2024 porque López Obrador les hizo creer que el país va por buen
camino, cuando el deterioro es significativo. Los “apodos despectivos” que usaba
Trump “encantaban” a todos quienes lo veían, provocando mayores niveles de
atención de parte de las audiencias, afirma el académico. Pensemos en las mañaneras,
y en los ríos de declaraciones denigrantes de parte del jefe de Estado mexicano.
Un presidente de dominancia implacable, espíritu autocrático, y especialista en crear
realidades alternativas se retira, en teoría. Muchos seguirán pidiendo su cobijo
autoritario. Claudia Sheinbaum no será reemplazo alguno.