Publication Date: 13-08-2024
Desde que ganó la elección, hemos esperado en vano que Claudia Sheinbaum (CS) emita señales propias y más independientes de su pensamiento, sus posturas y su visión. Como atinadamente lo definió Jesús Silva-Herzog M. (Reforma 5/8/24), no es que se le exija una ruptura ni traición. “Se entiende que su proyecto coincida con el del presidente saliente”. Pero muchos esperábamos argumentos frescos con sello independiente y estructuración de prioridades de acuerdo con criterios propios. Pero el presidente es como un sargazo invasor que la va ahogando. Habla por ella como si fuera su vocero, se la lleva a giras cada fin de semana, invade atribuciones en política exterior y seguridad que le corresponderían a la presidenta ya en funciones y directamente se involucra en la designación de su gabinete. El colmo de la injerencia es pretender dejarle la mesa puesta con la aprobación del Plan C mediante la artimaña ilegal de la sobrerrepresentación en el Congreso. Por parte de CS ni el más mínimo pestañeo que no sea una rotunda aceptación y abnegación.
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